Fernando Verdasco se sobrepuso a la presión y a un destino que parecía sombrío para derrotar a José Acasuso y sellar el triunfo de España sobre Argentina por 3-1 en la final de la Copa Davis. Con drama en la pista donde ambos jugadores estuvieron atenazados, Verdasco se impuso por 6-3, 6-7 (3), 4-6, 6-3 y 6-1 en 3 horas y 56 minutos.

Sin Nadal en el equipo, rompiendo los pronósticos que daban a Argentina como favorita después de 13 eliminatorias invicta en casa, España se hizo con el tercer título después de los logrados en 2000 contra Australia en Barcelona y en 2004 en Sevilla contra Estados Unidos.

Desde que Croacia ganó el título en 2005 en Bratislava a Eslovaquia, nadie había osado vencer como visitante. España lo ha logrado con una formación nueva en la que Feliciano López es el único superviviente de la derrota de Melbourne en 2003.

El zurdo madrileño Verdasco, 16 del mundo, fue el elegido por Vicario para sustituir a Ferrer en un partido vital. Y a pesar de sus nervios, de jugar agarrotado dos sets y medio, supo templar sus emociones, abstraerse de la atmósfera y sacar adelante el partido más complicado de su vida.

Los casi 9.500 aficionados argentinos recibieron a Verdasco con tambores de guerra, dejándose las gargantas en un grito común. "Chucho, ponla huevos", le gritaron a un tenista que esta temporada solo ha ganado dos partidos en pista cubierta y que tenía la responsabilidad de alargar el sueño argentino y dar la posibilidad a Nalbandian de cerrar la contienda ante Feliciano.

Verdasco sufrió lo suyo porque a él también le pesó en exceso la obligación de resolver. "Ivanovic te engaña", le gritaron al referirse a su actual novia. Y al final, tras concretar el tercer punto de partido, con una soberbia derecha, cayó al suelo, y todo el equipo español se lanzó a abrazarle.

"Es la victoria más importante de mi vida, un sueño desde niño", dijo. "Chucho me ha hecho dudar, pero en Copa Davis siempre luchas hasta la muerte. Esta fuerza me ha hecho volver al partido". Verdasco había jugado con molestias en la muñeca izquierda y los dedos de los pies vendados. "Emilio ha confiado en mí y todo lo que tenía no era suficiente para perderme este partido".

Luego el madrileño, con lágrimas y voz entrecortada, tuvo un recuerdo para los ausentes de esta final. "Gracias a Rafa estamos en la final. Les mando un saludo también a él, a Tommy (Robredo) y Nico (Almagro) que son parte de todo esto", dijo.

Hubo que esperar mucho para que esta expresión de júbilo se materializase, sobre todo por que Verdasco jugó sin semblante, asustado durante gran parte del partido. Su servicio era una ayuda para Acasuso. Cometió nueve dobles faltas, producto de una tensión casi dramática.

Acasuso forzó al máximo, luchó hasta el límite de sus fuerzas y controló un pésimo partido, lleno de errores, impropio de ser el decisivo de la final de la Copa Davis hasta el tercer set. En el cuarto, cedió su saque en el sexto juego (4-2) y ahí comenzaron sus problemas. De nada sirvieron los ánimos de Nalbandian, Calleri, y Del Potro. Jugaba ya con sus últimas energías.

Para colmo, los abdominales superiores le jugaron una mala pasada, y al final del cuarto set recibió tratamiento en pista. Verdasco comprendió que el partido era suyo. Rompió en el primero y tercer juegos. Y en el séptimo definió, con el argentino destrozado ya y el banquillo español en pie, saboreando el triunfo.