El tenista español Rafael Nadal, que se impuso en la final de Wimbledon al suizo Roger Federer, logró un hito que tardará muchos años en olvidarse. El éxito del mallorquín abandera el estado de gracia del deporte español en los últimos tiempos.

Bola a bola, set a set, el hombre de los "músculos de acero", el Nadal más completo, el mejor Nadal en hierba, derrochaba poderío para asestar golpes mortíferos al alemán Andreas Beck, al letón Ernests Gulbis, al germano Nicolas Kiefer, al ruso Miiail Youzny, al escocés Andy Murray -haciendo trizas las esperanzas británicas-, al alemán Rainer Schuettler y, ahora también aquí, al suizo Roger Federer. A todo el que se pusiera por delante.

Y no sólo ganaba la final, el mallorquín derrotaba al número 1, al rey Midas de la hierba, en "la mejor final de la historia que se recuerda", como decían ayer los rotativos británicos. Hacía jaque mate a la máquina de hacer tenis más perfecta que ha dado este deporte en los últimos años y le privaba de encadenar su sexto Wimbledon consecutivo.

Irrumpió la lluvia en un torneo en el que mayoritariamente dominó el sol para salpicar las casi 5 horas épicas que se vivieron en la imponente "Catedral". Hirviendo de nervios, de tensión, de intensidad. Máximo voltaje.

Lucha de titanes. El número 1 frente al -hasta el domingo- rey indiscutible en la superficie verde. Las gradas derretidas de suspense, los corazones encogidos, un país en vela. Y cuando la falta de luz apenas permitía distinguir la pelota, Nadal asestó el golpe letal para obligar a claudicar al campeón y abrir nuevos horizontes en el tenis español. Recogía así el testigo del gran Manolo Santana cuarenta y dos años después.

Nadal no podrá disputar el torneo de Stuttgart esta semana. "Lamentablemente no voy a poder jugar aquí". Rafa, pese a no poder jugar, decidió viajar a Stuttgart para comunicar personalmente que no estaría en la competición. "Era lo menos que podía hacer", dijo el tenista español.

Nadal aludió además a lo largo de la temporada y subrayó que resultaba imposible jugar todos los torneos. "En los últimos cuatro o cinco meses he jugado sin pausa. Tengo que descansar", dijo el tenista español.

El director del torneo, Edwin Weindorfer, se mostró decepcionado pero también expresó comprensión por la renuncia de Nadal a jugar en Stuttgart.

"Todo jugador necesita reposo, es especial jugadores como Nadal que siempre llegan a la final. Si él está aquí es porque tiene responsabilidad y carácter", dijo Weindorfer.

El número 2 del ránking mundial viajó anoche a su tierra procedente de Stuttgart, según ha informado el Ayuntamiento de su pueblo natal, Manacor.

Nadal llegó a última hora de esta noche al aeropuerto de Palma de Mallorca.

Asimismo, el consistorio de su localidad natal prepara la recepción del tenista para mañana al mediodía, quien previsiblemente celebrará la victoria en Wimbledon con sus vecinos desde el balcón del consistorio.

El Ayuntamiento de Manacor tiene preparadas una serie de activides para el recibimiento, como el reparto de camisetas y la instalación de una lona gigante.