Los rusos quieren erigir un monumento en honor a Guus Hiddink, concederle la ciudadanía y designarle seleccionador nacional de por vida. ¿La razón? El mago holandés ha devuelto a los rusos el orgullo en el plano futbolístico, al igual que Putin lo hizo antes en el plano político y militar. Durante gran parte del partido de octavos, los rusos apabullaron a los holandeses con un fútbol total que no se veía desde hacía años. Rusia se vengó así de la derrota sufrida por la URSS en la final del Euro 1988 (2-0), cuando Van Basten batió al gran Dassáev con un tiro imposible que marcó el inicio del declive del fútbol ruso.

Ahora, las cosas han cambiado. El comentario generalizado durante los últimos días es el mismo que recorría los graderíos en el Mundial 66 cuando Corea del Norte tumbó a Italia en una de las mayores sorpresas de la historia. "Los rusos no corren, vuelan". Rusia ha superado la primera fase en una Eurocopa por vez primera desde su independencia en 1991. En el deporte como en la vida no hay milagros.

La clave reside en que la mayoría de futbolistas rusos no han disputado más de quince partidos oficiales entre noviembre de 2007, cuando concluye la liga rusa, y el inicio del Euro. Los equipos rusos abren la pretemporada a finales de enero, normalmente en lugares cálidos como España, y la liga echa a andar a mediados de marzo. Por si fuera poco, sus mejores jugadores, Andréi Arshavin y Konstantín Zyriánov, disputaron únicamente seis partidos este año debido a que su equipo, el Zenit San Petersburgo, estaba enfrascado en la Copa de la UEFA. El resultado es un equipo con las piernas frescas y las ideas claras.

Hiddink heredó tras el Mundial un equipo viejo, roto y sin ambición. En un par de partidos se deshizo de las vacas sagradas y cedió los galones a jóvenes promesas. Con todo, Rusia se clasificó para la Eurocopa gracias a la sorprendente derrota de Inglaterra en Wembley ante una Croacia que no se jugaba nada.

El trabajo de Advocaat

En honor a la verdad, Hiddink se ha aprovechado del magnífico trabajo realizado por su compatriota Dick Advocaat en el Zenit. En dos temporadas, el equipo de San Petersburgo ha conquistado su primera liga y la Copa de la UEFA. El Zenit es el mayor exponente del fútbol total. Todos defienden y todos atacan. Así se explica la eclosión de futbolistas como Arshavin, el mejor jugador ruso desde el Zar Mostovói. Arshavin es ambidiestro, hábil y con un gran disparo. Se ha convertido en la sensación de la Eurocopa. Recuerda al mítico futbolista ucraniano Oleg Blojín por su desparpajo y verticalidad. Nada más asumir el cargo, Advocaat lo apartó por indisciplina. Dos años después, es uno de los jugadores más deseados del continente.

Con todo, la clave es Zyriánov. El dinamo, como es conocido en su país, ronda los 30 años. Llegó al Zenit del Torpedo y el juego ruso depende de él, como el español depende de Xavi. Es similar a Mazinho, aunque con más llegada y menos corte. Es un todocampista, como quedó demostrado en la UEFA, donde fue con diferencia el mejor. Que se lo pregunten a Lucio, del Bayern, al que sentó con una maniobra digna de Zidane.

¿Cuál es la diferencia entre esta Rusia y la de Mostovói y Karpin? Mientras en los 90 la mayoría de futbolistas jugaban en el extranjero, en la actual selección únicamente un jugador no milita en la liga rusa. En la Rusia actual las petroleras y corporaciones gasísticas pagan mejor que en España.

La conclusión es que Rusia es más potente en ataque que Italia, pero hace aguas en defensa. Sólo un jugador del once inicial que saldrá al campo es marcador nato. Es el precio que está dispuesto a pagar Hiddink, un romántico con la suerte de los campeones.