El trío angelino formado por Kobe Bryant -25 puntos-, Lamar Odom -20 y 11 rebotes- y Pau Gasol -19 y 13 rebotes-, eclipsó la labor de un superlativo Paul Pierce, autor de 38 puntos.

El milagro para los Lakers empezaba por ganar hoy. No piensan en que deben imponerse en tres partidos consecutivos, dos de ellos en feudo ajeno, sino en ir día a día y disputar cada duelo, cada 48 minutos, de forma independiente. Y así dieron el primer paso.

Los californianos volvieron a comenzar con energía y determinación (39-22), pero los Celtics, a una sola victoria de hacerse con su decimoséptimo anillo y con la sensible baja de su pívot titular Kendrick Perkins, volvieron a contar con un Pierce esplendoroso.

Gasol, muy activo a ambos lados de la cancha, y Bryant, con cuatro triples, 15 puntos y un auténtico recital de juego en el primer cuarto, parecían querer repetir el guión del pasado jueves, aunque esta vez no estaban dispuestos a que el final les deparase otra desagradable sorpresa, a pesar de que en ocasiones, apuntaba a ello.

Phil Jackson, técnico de los locales, sorprendió a propios y extraños al contar por primera vez en la Final con el pívot Chris Mihm y disponer de un quinteto de todo reservas, excepto Lamar Odom, durante gran parte del segundo periodo. Resultado: de ir ganando por 41-22 pasaron en unos minutos al 43-39.

El parcial, de 2-17, era escandaloso. Los angelinos volvían a naufragar incluso con Bryant, Gasol y Fisher de nuevo en cancha. El causante del destrozo tenía nombre propio: Paul Pierce, que anotó 16 tantos en el segundo cuarto. Bryant y Gasol, cero.

Al descanso casi llegaba la sangre al río (55-52), y eso que Kevin Garnett pasó los últimos minutos en el banquillo con tres faltas personales. Ray Allen, tan enchufado como en el resto de la serie, puso las tablas (57-57), y Pierce, desde la personal, dio a los suyos la primera ventaja.

Gasol volvió a cuajar buenos minutos, asumiendo la responsabilidad en ataque (Bryant hizo la cuarta falta en el minuto 31 y anotó tres puntos en el tercer periodo), pero fue un triple del serbio Vladimir Radmanovic lo que volvió a dar aire a los Lakers (71-64).

Sin alardes, con mucho sufrimiento y apoyados en el despiste de las filas visitantes, los Lakers escalaron hasta los nueve de diferencia (79-70) para comenzar el último acto con cierta tranquilidad después de haberle visto los colmillos a los Celtics.

Un triple de Odom (84-72) dio el aliento que necesitaban los californianos, el empujón para generar la confianza suficiente de que, esta vez, el guión de esta película iba a depararles un epílogo positivo.

Los Lakers vivían los mejores minutos en toda la Final de Jordan Farmar y, posiblemente, de Gasol, magnífico en su defensa a Garnett y decisivo en determinadas acciones ofensivas.

Bryant estuvo por debajo de su nivel, pero los de Jackson no se obsesionaron y movieron el balón hasta dar con el jugador mejor colocado. No obstante, el líder angelino debe dar un cambio de 180 grados a su juego si quiere llevar a los suyos al título.

Los jugadores de Doc Rivers quisieron revivir la historia del cuarto partido culminando otra gran remontada y a punto estuvieron de lograrlo. Para ello, James Posey, Pierce y Garnett hechizaron el Staples Center (90-90 a falta de 4:12).

Bryant volvió a asumir demasiado protagonismo y erró tiros importantes pero un mate suyo tras pérdida de balón de Pierce dio un colchón de cuatro puntos (99-95) a los Lakers a falta de 37 segundos. La Final, y quién sabe si la resistencia angelina, continuará el martes con el sexto partido.

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Ficha técnica:

103 - Los Ángeles Lakers (39+16+25+24): Fisher (15), Bryant (25), Radmanovic (7), Odom (20), Gasol (19) -cinco inicial-, Farmar (11), Walton (2), Vujacic (4), Ariza (-), Mihm (-) y Turiaf (-).

98 - Boston Celtics (22+30+18+28): Rondo (3), Allen (16), Pierce (38), Powe (-), Garnett (13), -cinco inicial-, House (6), Cassell (9), Posey (3), Brown (4) y Tony Allen (6).

Árbitros: Bavetta, Foster y Mauer. Expulsaron a Ray Allen por faltas personales.

Incidencias: Final de la NBA. Quinto partido, disputado en el Staples Center de Los Ángeles, ante 18.997 espectadores. Lleno.