El estadio Santiago Bernabéu disfrutó sintiendo al Real Madrid campeón, pese a que el triunfo del Villarreal aplazó los festejos, pero no el ensayo del alirón con un partido vistoso, de buen fútbol, en el que Javier Saviola demostró las razones por las que viste de blanco. La Cibeles tendrá que esperar pero el Bernabéu comenzó a disfrutar de una fiesta anticipada.

Arrancó el duelo con un ritmo endiablado. La presión del Real Madrid y la velocidad que imprimió a su fútbol desde el pitido inicial, hacían augurar una buena noche de fútbol. Los equipos se contagiaron del ambiente festivo de la grada. Robinho y Sneijder fueron los primeros en probar a Armando, mientras Saviola, en su primera incursión pedía mano por un centro que de forma involuntaria rechazaba en la zaga bilbaína.

Garmendia a Casillas con un disparo lejano que detuvo en dos tiempos. Pero en el mismo minuto, en el 13, Saviola comenzó a saborear su gran noche. Un disparo ajustado de Raúl lo rechazó Armando en una buena intervención, que tiró por tierra en el posterior chut de Robinho. El balón muerto lo aprovechó el más listo y Saviola lo celebró a lo grande. Fulminó meses de sufrimiento y lo dedicó al cielo.

Con el objetivo cumplido en su temporada, el Athletic no se achicó y buscó el empate. Pese a medirse a una de las mejores imágenes del Real Madrid de la temporada, hizo sacar a Casillas sus mejores paradas del repertorio. Voló a un cabezazo a la escuadra de Exteberría y respondió con reflejos a un potente disparo de Garmendia desde la frontal.

Saviola seguía con su reivindicación. Eléctrico, rematador y eligiendo siempre bien en los últimos metros, su imagen iba a la par de la del equipo. Todo lo contrario que Robinho, que parece desenchufado desde su lesión.

El partido iba de área a área y, en una de esas, Llorente encontró premio a su esfuerzo. Heinze cometió un error infantil, metiendo el cuerpo en el momento del remate, cuando había perdido la posición, y el árbitro no dudó en señalar el punto de penalti. Y Casillas puso en pie al Bernabéu. Salvó el lanzamiento potente, pero sin colocación, de Garmendia.

El primer acto lo cerró, como no, Saviola. Sus desmarques le permitieron disfrutar de dos ocasiones ante las que respondió bien Armando. El trabajo no se redujo en el inicio del segundo, cuando Sneijder y de nuevo Saviola probaron suerte.

Sin embargo, fue Gurpegui, que regresaba tras dos años de sanción, quien tuvo el empate en sus botas, pero chutó alto.

El partido estaba madurado, trabajado por el Real Madrid que debía cerrarlo. Para ello Schuster introdujo a Robben e Higuaín que respondieron con rapidez. Pase del argentino y remate a placer del holandés en el segundo gol. La confianza del buen pase hizo olvidar su miedo en la definición a Higuaín, que en la siguiente jugada, aguantó a que se venciese a un lado Armando para chutar al otro con potencia y desatar la fiesta en un Bernabéu que saborea el título. Cánticos de campeón y la ola en una grada entregada.