Giovanella fue una pieza clave en el Celta glorioso. Funcionó como ligamento en la cancha y el vestuario. Enamoró a sus compañeros y estos se lo quieren premiar compartiendo lágrimas y recuerdos. Varios miembros significados de aquellas camadas que sedujeron al continente han prometido su asistencia a la cena que se celebra el viernes 30 de mayo en honor al brasileño.

El celtismo volverá a reunirse como en el homenaje a Gustavo López o a Horacio Gómez. Será en el Hotel Coia, a partir de las 22.00 horas y con entrada abierta a los aficionados hasta que se complete el cupo (se ha reservado para 400 plazas), con el cubierto al precio de 32 euros. Eugenio González y compañía se encargan de la organización, con el sostén de la Federación de Peñas.

Giovanella es el protagonista concreto de la velada. Ha anunciado que regresa a su país. Se mudará tan pronto como concluya su compromiso con el Coruxo. Todos los clubes de su itinerario español asistirán. De la parte de O Vao, setenta personas; del Salamanca, el empresario Juan José Hidalgo, accionista y presidente cuando Giova vestía la zamarra charra, ha anunciado que intentará estar presente o al menos mandará un propio.

Pero el centrocampista es ante todo un emblema celeste y la excusa ideal para rememorar tiempos felices en esta época de zozobra. Giovanella era para los otros jugadores un hombro sobre el que apoyarse o la voz templada que mejor aconsejaba. Por eso compatriotas como Edu, Sylvinho y Catanha quieren acudir. También lo intentarán otros como Karpin, Mostovoi, Revivo, Cavallero y Berizzo, a los que se ha cursado invitación e intentan cuadrar sus agendas.

Es raro encontrar a un personaje que concite cariños tan diversos en esa riña de egos que es el fútbol. A Giovanella lo ensalzan también sus entrenadores como puente hacia el corazón de la plantilla (Víctor Fernández anuncia su presencia). E igualmente las directivas, que empleaban sus servicios de mensajería y fontanería. Horacio Gómez y sus principales colaboradores de la época completarán este cromo colectivo del viejo Celta. Cucharadas de nostalgia para curarse del presente.