Álvaro Faes, enviado especial a Montmeló

Rebasó los límites del circuito y subió unos metros por la montaña. Guantes al graderío y saludo ante una multitud que le aclamaba desde la valla. Fernando Alonso había abandonado por primera vez desde que participa en el Gran Premio de España. Una rotura de motor, la primera que sufre desde Monza 2006, le dejaba fuera cuando saboreaba su vuelta a la vida, cuando se sentía otra vez competitivo. No obstante, hay motivos para el optimismo. El primero que lo reconoce es el piloto, adalid del realismo y enemigo de lanzar campanas al vuelo sin ton ni son.

Su coche dejó de ser el último de los mediocres y ayer en Montmeló se comportó como el mejor de los terrenales. Logró estar al acecho ante los errores de los grandes, y por eso pudo rodar quinto cuatro vueltas, hasta que el motor del R-28 dijo basta. Se rompió en la cuarta curva del giro 34, exhausto por el esfuerzo cuando ya estaba cerca del final de su ciclo vital. Era el mismo que el utilizado en Bahrein. Pero no pasa nada. Mientras Raikkonen y Massa firmaban el segundo doblete de Ferrari, clara amenaza de dominio abrumador durante la temporada, el piloto asturiano ya analizaba datos. Su privilegiada cabeza procesa a velocidad de vértigo y ya tenía claro que este R-28 es diferente. La carrera confirmó las buenas noticias de la sesión clasificatoria. Alonso iba con poca gasolina, sí, pero no tan descargado como pudiera parecer. Fue el primero en parar, en la vuelta 16, sólo dos antes que Felipe Massa. El coche de seguridad salió tras un golpe entre Sutil y Vettel en la primera vuelta le permitió un giro más antes de visitar a los mecánicos. Volvió a la pista en su puesto natural, por detrás de los grandes, pero con la confirmación de que puede estar cerca de ellos, de que el coche que han remodelado en Enstone a su gusto no es la tortuga de las primeras carreras, casi imposible llevarla a los puntos.

Alonso no se acerca a los galácticos pero sí que puede mandar entre la clase media. Si la vara de medir son los Williams, Toyota y Red Bull, ayer se demostró que la prueba está superada. Ése era el objetivo: estar preparado para ser el primero del resto cuando los grandes fallen. Ferrari, McLaren y BMW deben repartirse los seis primeros puestos. Y como ayer fallaron dos, Fernando Alonso pudo rodar quinto hasta que el destino dijo que su periplo terminaba allí.

El premio del quinto puesto quedó en manos de Mark Webber, que entró a un mundo de Kubica, cuarto con medio minuto de adelanto. Los inalcanzables dejaron dos de sus seis teóricas plazas para los terrenales. Kovalainen se fue de la carrera tras un tremendo accidente sin consecuencias graves. Salió el Mercedes de seguridad y su arbitraria regulación jugó esta vez contra Heidfeld. El de BMW no tuvo más remedio que entrar a repostar con el semáforo rojo en la calle de los garajes. No tardó en llegar la sanción. Diez segundos de `stop and go´, parada obligada sin poder poner gasolina ni cambiar neumáticos.

De ahí salió Alonso beneficiado, pero pudo disfrutarlo sólo unos minutos. Webber agradeció el regalo, Button sumó los primeros puntos del año y Nakajima pudo entrar en el reparto.

Al piloto ovetense le queda la satisfacción de que hubo que esperar al repostaje para que le adelantasen. Es cierto que Hamilton y Kubica lo consiguieron con relativa facilidad, pero el inglés no se le había acercado demasiado durante una decena larga de vueltas tras el asturiano. Nada que ver con las facilidades que daba hasta ahora el R28. Y es que el destino se empeña en unir a dos pilotos que no deberían cruzarse si la lógica se empeñase en aplastar las carreras. Fernando Alonso y Lewis Hamilton, enemigos íntimos desde que compartieron garaje, se vieron otra vez las caras. No saltaron chispas como en Bahrein porque el inglés se contuvo y supo aguardar al baile en el `pit lane´.

La misma paciencia que tuvo Alonso en la salida, cuando no intentó misiones imposibles. Salió por la parte sucia hacia la primera curva, trató de tapar a Massa, que salía tercero, pero no pudo evitar que el brasileño se colase para empezar a dibujar el doblete ferrarístico.

El abandono forzado de Alonso llevó la decepción al circuito, pero dejó el poso de que el asturiano tiene un coche muy mejorada. Fue un dulce abandono.

El Rey, estrella en el desfile de personalidades

El gran circo de la Fórmula 1 reunió ayer a numerosas personalidades. El principal protagonista fue el Rey Juan Carlos, que fue recibido por el presidente de la Generalitat, José Montilla, y por el piloto asturiano de GP2, Javi Villa, que corre en el equipo de Alfonso de Orleans, primo del Rey. Tras saludar a Berni Ecclestone, Don Juan Carlos visitó a Fernando Alonso, con quién se fundió en un abrazo.

El desfile de personalidades fue constante. Estuvieron Jorge Lorenzo, Carlos Sainz, Severiano Ballesteros, David Nalbandián, las modelos Laura Sánchez y Ariadna Artiles, el padre del futbolista Bojan Krkic, Alberto Luque y Hristo Stoichkov, además personalidades del mundo político, como el secretario de Estado para el deporte, Jaime Lisavetzki o la hija del ex presidente José María Aznar, Ana Aznar.