El Celta afronta el último cuarto de la competición con pocos alicientes. Asumido el fracaso del proyecto de retornar a Primera, el equipo vigués ha de asegurarse cuanto antes la permanencia, para lo que necesitará sumar tres victorias. Aunque el reto de obtener en torno a los 50 puntos parezca asequible a priori, la trayectoria seguida por los célticos desde enero invita poco al optimismo: en las diez últimas jornadas ha sumado dos victorias y dos empates (ocho puntos). El declive ha sido persistente desde que comenzó la segunda vuelta.

Fue precisamente la victoria en Córdoba (0-2) la que le permitió al Celta rozar los puestos de ascenso. Concluida la vigesimosegunda jornada, los celestes se situaron cuartos con 35 puntos, a uno de distancia del tercero, el Sporting de Gijón.

Una de las claves de la temporada estuvo en el siguiente compromiso. A Balaídos llegaba el Castellón, con nuevo técnico y ritmo ascendente tras asomarse al fondo de la tabla. Con una victoria, los celestes tendrían ese sábado la oportunidad de disfrutar provisionalmente del tercer puesto. Los levantinos, sin embargo, supieron sacar tajada (1-2) de un rival que ofrecía preocupantes síntomas de debilidad y desconcierto. Instalado en el discurso de que todo se decidiría en las diez últimas jornadas, la derrota fue asumida con absoluta normalidad. Es más, los resultados incluso jugaron a favor de los célticos, que descendieron a la sexta plaza pero manteniéndose a un punto del Sporting.

La situación se complicó con la vergonzosa derrota en Eibar (2-1), después de que el cuadro vigués se adelantase en el marcador. Por fortuna para el cuadro técnico de los vigueses, el Polideportivo Ejido pagó los platos rotos a la semana siguiente en Balaídos, aunque a costa de un agónico final que Perera protagonizó con el tanto de la victoria (2-1).

El Celta, que había iniciado el curso de mala manera, ocasionando la destitución de Stoichkov tras el séptimo partido, comenzó a moverse entonces entre el octavo y el noveno lugar, pero dejando que el tercer clasificado fuese abriendo brecha.

El técnico búlgaro dejó al equipo en el undécimo puesto, dos peldaños más arriba que cuando concluyó la novena jornada, ya con López Caro al frente de la plantilla. A partir de ahí, comenzó a remontar en la tabla hasta colocarse a rebufo del tercero cuando comenzó la segunda vuelta de la Liga.

Desde ese momento de la temporada, el Celta se había movido entre los nueve primeros lugares. Tras la jornada de ayer, ha perdido una posición y ha dicho adiós definitivamente al sueño de recuperar la máxima categoría.

El calendario que le resta hasta junio no invita al optimismo. Aunque en la primera vuelta sumó 16 puntos en esos diez enfrentamientos, el estado anímico de la plantilla tras el ridículo en Ferrol obliga a ser cautos. La mayoría de estos rivales tendrán mucho que jugarse, mientras que al Celta sólo le preocupa conservar la categoría.

Una segunda vuelta con un balance pésimo

El Celta no podía comenzar mejor la segunda parte del campeonato. Ganó con autoridad en Córdoba y se subió a las barbas del Sporting de Gijón, que en esa jornada vigesimosegunda era tercero. Pero el equipo que dirigía López Caro entonces desaprovechó el mercado de invierno para reforzarse con garantías. Es más, las bajas de diciembre debilitaron aún más a una plantilla que careció de buenos gestores en el vestuario desde el comienzo del curso. Tampoco se encontró un patrón de juego y los cambios en las alineaciones eran constantes. En once partidos, los celestes han logrado tres victorias, dos empates y seis derrotas.

Equipos como el Castellón o el Racing de Ferrol aprovecharon el descanso navideño para mejorar su proyecto deportivo. Los primeros apostaron por un nuevo entrenador con las ideas claras, y los gallegos aprovecharon las cesiones para reforzar una plantilla poco fiable. Ambos lograron una transformación sorprendente. Los castellonenses incluso mantienen esperanzas de luchar por el ascenso. El Racing puede superar al Celta. Tras ganar el sábado en A Malata ha rebajado a cuatro puntos la diferencia con su rival más fraternal.