"¡Ay, mamá! ¡Si vieses qué amiga más simpática y más buena tengo! Estoy encantada". Marcela tenía 18 años cuando conoció a Elisa, de 23, y se lo contó entusiasmada a su madre. Nacía entonces una extraordinaria historia de amor, la de dos mujeres valientes que querían normalizar su convivencia y consiguieron casarse por la iglesia gracias a que Elisa adoptó una identidad masculina y se convirtió oficialmente en Mario Sánchez.

Su enlace fue el precedente del matrimonio homosexual en España. Tras la reforma del Código Civil de Zapatero, en 2005, se han casado unas 2.100 mujeres. Ninguna de ellas tuvo que travestirse para cumplir su deseo y, probablemente, solo alguna se acordaría de sus valientes predecesoras gallegas.

La historia será próximamente llevada al cine por Isabel Coixet. Antón Reixa es el titular de los derechos audiovisuales del libro.

Narciso de Gabriel (O Cádavo, Lugo, 1955), catedrático y decano de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de A Coruña, ha investigado durante 15 años la historia de Elisa y Marcela, que se desarrolla entre A Coruña, Dumbría (Oporto) y Buenos Aires. El resultado es el libro "Elisa y Marcela. Más allá de los hombres", que se publicó primero en gallego y, en 2010, la editorial Libros del Silencio lo hizo en castellano. Su editor, Gonzalo Canedo, leyó el volumen en gallego y no dudó en traducirlo: "Llegué a la edición en gallego a través de un artículo de Manuel Rivas; al año siguiente decidí montar Libros del silencio y Elisa y Marcela fue uno de los libros que tenía claro que quería editar", apunta. "Cuando lo leí me impactó profundamente; sobre todo me sorprendió que una historia de esas características pudiera ocurrir en una ciudad tan pequeñoburguesa como lo era A Coruña en esa época", opina.

Elisa Sánchez Loriga y Marcela Gracia Ibeas eran maestras en un momento en el que la mayor parte de la población gallega era analfabeta. Se conocieron en la Escuela de Magisterio de A Coruña, haciéndose desde el principio inseparables. No se conformaron con vivir en secreto y urdieron una complicada trama para burlar los prejuicios morales y religiosos de aquellos años grises de la Restauración: Elisa se haría pasar por hombre. El engaño funcionó, al menos lo suficiente como para que el párroco de la iglesia de San Jorge las casara en 1901, pero pronto fueron descubiertas y obligadas a huir. Sin embargo, el acta nunca fue anulada.

Cuando se descubrió el engaño, las amadas se escaparon a Oporto, pensando que en otro país estarían a salvo. Pero allí las arrestaron. Elisa, travestida de Mario, trataba de negar que era una mujer, pero dos médicos la reconocieron y concluyeron que su sexo era femenino. Al día siguiente, todo Oporto conocía su historia. Y no solo se hicieron eco de la noticia medios de Portugal; su boda fue difundida por toda España y por varios países europeos. Describieron los hechos de manera pormenorizada y se parodió cada detalle. Estas publicaciones sirvieron a De Gabriel para reconstruir la historia. De los periódicos antiguos extrajo la mayoría de las palabras que pone en boca de los personajes.

Tal y como relata en su libro, las gallegas pasaron 13 días en prisión hasta que el juez las dejó en libertad por la presión popular. Continuaron viviendo en Oporto en relativa tranquilidad pero el Día de Reyes de 1902 volvieron a ser noticia: Marcela tuvo una niña. Elisa se enfrentó a un periodista: "¿Es cosa del otro mundo que nazca un niño o una niña? ¡No somos dos criminales!"

Las mujeres decidieron entonces, como miles de gallegos, partir a Buenos Aires. Trabajaron un tiempo como criadas, pero no podían verse todo lo que deseaban. Así que idearon otra solución: el 30 de septiembre de 1903 Elisa se casó con Christuan Jensen, un danés de 64 años al que no le quedaban muchos de vida. Elisa estaba siempre de mal humor y se negaba a consumar el matrimonio. Jensen comenzó a tener sus dudas. Marchó a Buenos Aires en busca de información, se enteró de todo y las denunció.

Tras este suceso se perdió la pista de las gallegas y no se llegó a saber si consiguieron por fin vivir tranquilas o tuvieron que seguir huyendo.