La Asociación da Fotografía Galega, constituida el pasado mes de enero, realizó su acto inaugural ayer por la tarde en las instalaciones de la nueva escuela de fotografía 35.ESAV, en el número 11 de la calle Condesa Casa Bárcena. Esta iniciativa, tan pionera como necesaria, nace con el objetivo de visibilizar, debatir y solucionar muchos de los problemas que tiene este sector tan desprestigiado hoy en día. "Busca representar los intereses de los fotógrafos y las fotógrafas como colectivo, pero también de manera individual, creando servicios comunes de asesoramiento profesional", explicaba en su intervención Tono Arias, director de la asociación.

La FOG pretende ser un agente con la capacidad de influir en las decisiones de organismos y entidades de la Administración que tengan competencias para modificar las normas del sector de la fotografía. Pero no solo eso. Otra de las metas de la asociación es sensibilizar a la sociedad gallega acerca de la importancia cultural, social y económica de la fotografía profesional. "La fotografía es un arte en sí misma, pero también se erige como uno de los motores culturales de una sociedad, además de ser una de las mejores bases para mantener viva -en el futuro- la memoria histórica", reza uno de sus manifiestos.

Además del director, dos de los vocales, Pilar Abades y Luis Díaz, explicaron cómo se formó la organización e insistieron en la necesidad de captar socios, entre los que tienen cabida personas físicas, pero también tiendas, editoriales o cualquier empresa que trabaje con imágenes. Por el momento son medio centenar de socios y socias los que se unieron desde que arrancaron en enero, pero tienen grandes expectativas, como convertirse en un agente de presión a favor de sus intereses sectoriales.

Después de las intervenciones de los miembros del equipo directivo, el abogado Iago Otero se adentró en una charla sobre aspectos legales de la fotografía: una pequeña conferencia para poner sobre la mesa asuntos de carácter formal, pero esenciales en un campo en el que los derechos de autor y la propiedad intelectual tienen límites a veces borrosos.