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Los negocios son una guerra

Un extraordinario Michael Keaton encarna al hombre que levantó un imperio apropiándose de la idea de otros

Michael Keaton, en "El fundador".

McDonald's es familia? Podría haberlo dicho Walt Disney pero son palabras de Ray Kroc, el vendedor fracasado que conoció a los hermanos Richard y Maurice McDonald y se aprovechó de lo lindo de sus ideas para vender hamburguesas más rápido que nadie. Un tipo listo, sin duda, que escuchaba discos de autoayuda en la soledad de los moteles de mala suerte y que fiaba todo el éxito en la vida a dos palabras clave: persistencia y determinación.

Casi me parece estar escuchando a Trump. Hay una tercera palabra que él (ni Trump) nunca pronunciaría: deshonestidad. Kroc se puso a sí mismo ante la historia como fundador del mayor imperio de comida rápida (basura, para sus críticos hostiles) poniendo un toque de filibusterismo empresarial a lo que simplemente pretendía ser un modesto negocio familiar que diera buen producto y un servicio instantáneo. Hay algo más preciado que el oro en la biblia de Kroc, flanqueada por la bandera de barras y estrellas y las cruces de las iglesias: oportunidades. "El cielo es el límite", pregona desde el púlpito de un predicador del éxito, obsesionado por convertir en arcos de oro el símbolo de la hamburguesería, dispuesto a sustituir la leche de los helados por unos polvos para ganar tiempo, espacio y más money, money, money. Su canción favorita es "Dinero caído del cielo" ("Pennies from heaven"). Elocuente, ¿no? Cuando le abren los ojos y le demuestran que el dinero a chorros no viene de las hamburguesas sino de los terrenos donde se construyen los edificios alquilados de las franquicias, Kroc asciende a la primera división de los negocios entendidos como una "guerra en la que el perro come al perro y la rata a la rata". Como si de una Scarlett O'Hara se tratara, coge un puñado de tierra y lo arroja a la cámara. Cegándonos. Y no lo olvides: "Si la competencia se estuviera ahogando yo mismo metería la manguera en su boca". Kroc grava su conciencia con un cheque en blanco a sus socios cuando uno de ellos cae enfermo para quedarse con todo el negocio (con un crucifijo al fondo del plano, detalle sarcástico) y se deja llevar por ramalazos emprendedores cuando menos curiosos: el éxito de McDonald´s no depende tanto de su revolucionario uso de los tiempos y el espacio como de? su nombre. "Suena como Estados Unidos". Es decir: "Un hombre llamado McDonald nunca será empujado en la vida". De ahí al "si no puedes vencerlo, cómpralo" hay un camino muy corto.

"El fundador" es una película muy, muy interesante, y sería grande de estar dirigida por alguien con más brío narrativo y mala uva que el hombre que convirtió a Walt Disney en un santo. Tampoco le vendría mal desarrollar más algunos personajes como la esposa de Kroc. Cuando se quedan cortos el guión de Robert D. Siegel o la cámara de John Lee Hancock llega la interpretación insuperable de Michael Keaton, cuya ausencia entre los nominados al "Oscar" resulta chocante. ¿Qué la nueva realidad de los Estados Unidos de (Mc)Donald Trump hace esta historia de trileros carismáticos y ambiciones alambradas extraordinariamente vigente? Si duda. Y aunque a veces parece, y es, una comedia tirando a farsa, lo que queda al final es una sensación muy desagradable, como si hubieras comido una hamburguesa en mal estado.

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