Fundador de la Real Filharmonía de Galicia y actual director asociado de la agrupación y su Escuela de Altos Estudios Musicales, el batuta y pianista compostelano Maximino Zumalave preside el jurado del Concurso Ciudad de Vigo desde su creación, hace cinco años. Un certamen que sigue creciendo. Tanto en instrumentos -empezó siendo de violín y ahora cuenta también con violonchelo y viola- como en nivel, según destaca este artista reconocido internacionalmente y comprometido con la cultura de su tierra. El certamen arranca hoy y el Teatro Afundación acoge a las 20 horas el concierto de ganadores de 2015.

-¿Cómo son los jóvenes que se presentan a este concurso?

-Son unos músicos extraordinarios, jóvenes con talento y con ambición artística, que quiere superarse. Lo percibimos cuando se presentan en distintas ediciones: de un año a otro, vemos evoluciones enormes.

-¿Qué es lo que busca un jurado en los aspirantes?

-Es muy importante plantear un concurso como una especie de encuentro festivo donde muchos chicos que no se conocen, se escuchan y así tienen referencias de lo que hacen otros en otras ciudades o con otros profesores. Y todo eso dentro de un ambiente que debe ser de valoración de productos artísticos muy necesarios para la sociedad como es la música y la belleza. Dicho esto, lo que se ve por parte del jurado es el nivel técnico, artístico e, incluso, lo que tiene de personalidad cada aspirante.

-Destacan que este concurso es diferente. ¿Usted cómo lo ve?

-Sí. Primero por las edades, porque es de estudiantes. No es el típico concurso que, aunque con límite de edad, es de gente que está en un ambiente profesional y competitivo. Esto tiene que ser una fiesta que sirva de estímulo para que sigan con algo que les gusta, pero que requiere mucho esfuerzo y constancia. Estoy sorprendido de que el nivel del concurso sea cada vez más alto y, aunque los músicos también tenemos que pensar en hacer música para disfrutar nosotros, el concurso debe ser una fiesta para la ciudad. Vigo debe sentirse muy orgullosa de acoger y poder disfrutar de tanto talento.

-Usted ha desarrollado una intensa actividad docente durante su carrera. ¿Qué observa diferente en estas nuevas generaciones de músicos?

-Con respecto a la mía, tienen mucha facilidad para acceder a toda la información sobre la música y eso es muy importante. No hay que desplazarse miles de kilómetros para conocer un repertorio. Con internet, es inmediato. Cuando trabajo con gente joven, ya sea en las clases del curso de verano en Compostela o en ensayos con orquestas jóvenes, lo que deseo es transmitirles la experiencia ganada tras haber hecho muchas obras y de haber tenido contacto con muchos solistas. Y lo que observo siempre en ellos es una atención y un interés extraordinarios y una disciplina que a veces debería tener gente con mucha más edad.

-¿La educación musical española y, en concreto, la gallega, tienen mucho que envidiarle a la europea?

-Vamos aún con un poco de desfase con respecto a grandes centros culturales, pero es un sistema que veo con mucha esperanza porque observo una mejoría. Me sorprende que haya escuelas gallegas apartadas que están funcionando muy bien, incluso con instrumentos minoritarios.

-¿Qué les recomienda a los chicos que se están iniciando?

-Que busquen siempre todas esas cosas tan maravillosas que nos puede dar la música. Que el momento de estudio no sea solo de trabajo arduo y fatigoso, de estar encerrado, sino que sea también para encontrarse a uno mismo a través de ella y que disfruten su belleza. No solo su sensualidad, sino el placer de conocer cómo está hecha cada pieza. Puede ayudar a compensar el tiempo de soledad que requiere el ensayo.