Fue crítico de arte, excelso dramaturgo del Londres victoriano, famoso conferenciante, modelo de dandismo, esposo, padre y muchas cosas más, hasta que su pasión por el joven lord Alfred Douglas le llevó al calabozo: fue Oscar Wilde, a quien el Petit Palais dedica su primera gran exposición en París.

La ciudad donde el autor de "El retrato de Dorian Gray" murió en 1900, arruinado y abandonado por casi todos, tres años después de haber cumplido una pena de trabajos forzados por ser homosexual, le rinde homenaje a partir de hoy en esta exposición.

Una exquisita muestra, que celebra su talento hasta el próximo 15 de enero, hace justicia y detalla cómo y por qué fue encarcelado a los 41 años, en el mejor momento de su carrera y de su vida.

La exhibición recuerda el memorable sentido del humor de ese escritor de extrema sensibilidad y cultura, así como las múltiples caricaturas más o menos favorecedoras de que fue objeto, pero aspira ante todo a revelar su lado más serio y profundo.

Cuadros, documentos, manuscritos, fotos... recrean el universo en de Wilde, hijo de un prestigioso cirujano dublinés y una poetisa, antes de ser víctima expiatoria de una "guerra" cruzada entre el padre de su amado lord y sus hijos, que sospechaba de la homosexualidad de dos ellos.