La artista vasca Maider López -que ha mostrado obra en las bienales de Venecia o Estambul- se ha convertido en la tercera creadora que ha intervenido de forma brutal el MARCO de Vigo, tras los enormes bloques de granito que Santiago Sierra ubicó en la parte baja en 2009 y los casi infinitos globos azules con los que Martin Creed cubrió también esa zona en 2011.

Ojo, decimos 'brutal', en su acepción de "muy grande", no de irracional. Al contrario, la obra que da nombre a su exposición individual en el centro vigués, "Desplazamiento" reinventa con orden y método los cimientos del edificio y replantea la forma de moverse en el mismo, de visitar las exposiciones y hasta dónde sentarse en el restaurante Miguel Oliveira. El cambio es enorme al crearse minimuros nuevos de 50 centímetros de alto de pladur que desplazan la planta del museo 217 centímetros frontalmente y 415 en lateral.

VER GALERÍA | La artista vasca, con su muestra "Desplazamiento", realiza dos obras ex profeso para el Museo. // José Lores

La artista vasca, con su muestra "Desplazamiento", realiza dos obras ex profeso para el Museo. // José Lores

Así, en medio de una sala aparecen muros que rompen el espacio y conectan con la sala anexa. "Pone la atención en elementos que pasan desapercibidos normalmente", como es el caso de las paredes, explicaba ayer Maider López en la inauguración, acompañada del director del Museo y comisario de la muestra, Iñaki Martínez; y del alcalde vigués, Abel Caballero. El fin, añadía la joven, es "romper dinámicas" y "generar nuevos recorridos y perspectivas".

Esta no es la única obra realizada ex profeso. En "65 lápices", aparece una pintura sobre una pared como resultado del trabajo de tres estudiantes de Bellas Artes rayando la pared con lápices durante cuatro días siguiendo los comandos de López. A priori, desconocían cuántos carboncillos precisarían para culminar la obra.

En otra sala, una columna de piedras se desliza del techo al suelo. La mayor parte proceden de Capadocia (Turquía) pero las más cercanas al nivel superior fueron recogidas en Galicia. Al lado, un papel en vertical muestra las coordenadas GPS donde fue tomada cada roca.

Imprescindible es también el recorrido por obras anteriores. En una, fomentó un atasco en medio de un monte navarro; en otra, llenó con 366 sillas dos plazas en Madrid para estudiar cómo la gente agrupó y usó las mismas durante una noche (algunas de esas sillas están en el panóptico). En Polder Cup, creó un campo de fútbol en un prado holandés atavesado por canales, limitando el juego y movimiento de los jugadores.