Los galardonados en la quincuagésimo segunda edición de los premios Pedrón de Ouro e de Honra, el coro Cántigas da Terra y la profesora Carmen Mejía, recibieron ayer los galardones en una gala celebrada en la Casa da Matanza de Padrón (A Coruña), antiguo hogar de la escritora Rosalía de Castro.

Estos premios, entregados anualmente, tienen por objeto reconocer la labor de aquellas personas que ayudan a difundir y expandir la cultura gallega por el mundo, especialmente en ámbitos ligados a las artes o las ciencias.

Así pues, Cántigas da Terra obtuvo el Pedrón de Ouro, a modo de reconocimiento por la labor de este coro, y el reconocimiento coincide con el centenario de su constitución, estrechamente vinculada a la de otra institución fundamental en la historia de Galicia, las Irmandades da Fala.

En el discurso de agradecimiento, el presidente del coro, Hugo López, y su vicepresidenta, Eva Fernández, repasaron la historia de Cántigas da Terra y de otras agrupaciones musicales nacidas a raíz del movimiento orfeístico.

De este modo, valoraron la importancia de estos coros como mecanismo para mantener viva la tradición oral gallega y también su capacidad para trabajar conjuntamente con otras manifestaciones artísticas a lo largo de su historia, citando diversos hitos alcanzados por Cántigas da Terra y destacando su lucha por la recuperación de la identidad gallega.

La profesora de Filología Románica de la Universidad Complutense de Madrid, Carmen Mejía, recibió su Pedrón de Honra por su contribución a la difusión de la cultura gallega en el exterior, gracias a su labor como directora de la revista "Madrygal", medio de expresión del Centro de Estudios Gallegos de la universidad madrileña, de cuya creación en 1994 fue partícipe.

Mejía, natural de Valdepeñas, explicó que su vínculo con Galicia es otro de esos "caprichos del destino", nacido éste a partir de su llegada como estudiante a Madrid, "en plena efervescencia", y donde, a través de la influencia de ciertos profesores, terminó surgiendo en ella una pasión por lo gallego que todavía pervive.

La académica declaró también, tras recibir el premio, que su único mérito para merecerlo fue querer "que Galicia se conociese dentro y fuera de sus fronteras", un proyecto que ha terminado convirtiéndose en una forma de vida.