Antonio Murado (Lugo, 1964) apura su arte ante un cronómetro mientras el tiempo descuenta días para que su último proyecto artístico pueda verse de forma permanente en el proyecto arquitectónico del nuevo World Trade Center de Nueva York, que servirá de memorial del atentado contra las Torres Gemelas del 11-S.

Mientras, en esta orilla del Atlántico, el público puede desde ayer y hasta el 2 de julio indagar en su repertorio artístico y profundizar en su yo a través de la exposición "Intimidade abstraída" -en la sala de exposiciones del Teatro Afundación en Vigo-, en la que se muestran 103 lienzos pertenecientes a la Colección Abanca.

GALERÍA | El proyecto más personal de Murados // J.Lores

La serie -de nombre Volumen I y pintada entre 2004 y 2005- es clave en su trayectoria artística como explicaba ayer el comisario de la exposición, Diego Cascón: "Hasta esta fecha, su principal tema era el paisaje con grandes abstracciones. Aquí, introduce el retrato y la figuración que es menos habitual en su obra. Es un proyecto muy personal, como un diario; por eso, es novedoso. Es muy raro ver una serie de más de cien obras de un mismo autor en una colección". De hecho, en él se muestran sus intereses (como la música, con cuadros de partituras), su gente querida: amigos y familiares, aunque estos últimos aparezcan 'disfrazados'.

Reformulando a Velázquez

No obstante, alguna reminiscencia de su anterior etapa se puede ver. Casi nunca un cambio es radical. Así, se puede ver algún lienzo con experimentación del color o con las nubes y cielos como protagonistas. Como transición, la obra "Galitzia", un conjunto de cinco cuadros entre figuración y abstracción que muestra una pintura abstracta relacionada con el fondo de la pintura de Velázquez "La rendición de Breda" (Las Lanzas).

Ya en la orilla del retrato y del ámbito más personal, hay que destacar su autorretrato en el que parece el típico norteamericano de décadas pasadas y con guiño al Oeste incluido. El modus operandi en esta y otras obras parte de una fotografía sobre la que aplica barnices y pintura para dar sensación de paso del tiempo.

Ese mismo proceder lo usó con las creaciones dedicadas a su familia donde sus padres semejan ser protagonistas de un filme del Neorrealismo italiano. En otros retratos, como Sara donde aparece su hija, conecta con las texturas y composiciones de la pintura clásica como es el caso del Renacimiento. Por ello, los retratados aparecen de medio cuerpo y medio lado.

No obstante, estas pinceladas informativas no pueden convencer al espectador de que podrá abarcar todos los significados de las obras. "Es prácticamente imposible reconocer todos los códigos y símbolos. Da juego pra descubrir el secreto de caa cuadro porque los títulos, en muchos casos, ayudan", señala Cascón.

Para facilitar el acercamiento a estas obras, Afundación pone a disposición de particulares y escolares visitas guiadas previa reserva en el teléfono 986 12 90 32, según destacó ayer Carmen Pérez, responsable del área educativa de la entidad.