La historia real de la escritora gallega Sofía Casanova (A Coruña, 1861-Poznán (Polonia), 1958) parece una novela. Considerada la primera corresponsal de guerra española, fue cronista de la Primera Guerra Mundial pisando la primera línea del frente, conoció a fondo los salones de la corte de Alfonso XII y los círculos literarios madrileños donde tertuliaba con Benavente, Manuel Machado y Pardo Bazán. Amiga de las sufragistas británicas, compañera de mesa de George Bernard Shaw, Tolstói y Alejandro Dumas, fue testigo de la Revolución Rusa e hizo una entrevista a Trotsky que está considerada una de las primeras exclusivas de la historia. Que una mujer con semejante historia esté casi olvidada por las Historia es un error descomunal que Inés Martín Rodrigo (Madrid, 1983) subsana con su novela Azules son las horas.

-¿Por qué son azules las horas?

-Porque el azul es el color del ocaso, de esas últimas horas en las que el día se agota, y nosotros con él. Describe, también, los últimos días de la vida de Sofía, cuando el alma se tiñe de un azul melancólico y triste. "Azules son las horas" es, además, un poema de la propia Sofía, así que... ¿qué mejor título?

-¿Cuándo y por qué nació su fascinación por Sofía Casanova?

-Si te dijera que conocía a Sofía Casanova antes de escribir esta novela, te estaría mintiendo. A diario, trabajo en contacto con libros, escritores y editores, pero nunca me había atrevido a saltar al otro lado y escribir ficción; hasta que Sofía se cruzó en mi vida. Lo hizo, un poco, de casualidad, a través de un reportaje en el que se la describía como "La periodista que entrevistó a Trotsky". Tiré del hilo y descubrí una vida de novela. De ahí "Azules son las horas".

-Una cronista de la I Guerra Mundial en las trincheras, ¿qué llevó a Sofía a semejante escenario?

-Fue pura casualidad, que en el caso de Sofía muchas veces fue causalidad: se casó con un filósofo polaco y el estallido de la Gran Guerra le pilló en Varsovia.

-Cambió los círculos literarios de Madrid y los salones de la corte para casarse con un filósofo polaco. ¿Se arrepintió?

-Nunca, en ningún momento. Wincenty fue el amor de su vida, pese a todo...

-¿Qué vio en ella Ramón de Campoamor?

-Lo mismo que yo, y que cualquiera de los lectores que se acerquen a "Azules son las horas": una mujer extraordinaria, fuerte y valiente, sin miedo a vivir la vida que ella quería, más allá de lo que de ella se esperaba en aquella época.

-Su vida parece una película?¿de qué género?

-Una película, sin más; no me gustan las etiquetas.

-¿Cómo era su papel en las tertulias con Benavente, Machado y Pardo Bazán?

-Su papel era el de uno más, sin distinción de género ni de condición social. Sofía decía lo que consideraba que tenía que decir, en todo momento y lugar. Era una más entre todos ellos.

-¿Qué personajes históricos a los que conoció de cerca la marcaron más?

-Trotsky, las sufragistas que conoció en Londres y Tolstoi.

-Amiga de las sufragistas británicas, cierto, ¿intentó exportar ese espíritu a España?

-Sofía vivió siempre de acuerdo a sus principios, ya fuera en España, Polonia o allá donde la vida le llevara.

-¿Por qué una vida tan increíble ha permanecido desconocida hasta ahora?

-Sofía fue una mujer que vivió y trabajó en un mundo de hombres. Esa es la razón fundamental. Ella, como tantas otras mujeres, ha sido enterrada por la Historia, que oculta siempre las historias de los más débiles; ya sabes quiénes la escriben...

-¿En algún momento se autocensuró pensando que algunos episodios de su vida parecían demasiado novelescos?

-Nunca.

-Nació cuando sus padres aún no estaban casados, ¿llevaba en los genes la rebeldía?

-Creo, más bien, que su vida le hizo ser la mujer que fue, más allá de genética.

-¿Cómo era su relación con Alfonso XII?

-Fantástica. Fue el Rey quien sufragó su primer poemario.

-A pesar de conocer la infidelidad de su marido, siguió con él. ¿Es contradictorio con su forma rebelde de afrontar la vida?

-No, en ningún caso. Sofía fue un producto de su época y las contradicciones de su vida demuestran su humanidad.

-¿Cuál fue su papel como testigo de la revolución rusa?

-Fundamental. Sus crónicas, que enviaba superando enormes dificultades -censura incluida- hicieron posible que los españoles supieran lo que estaba sucediendo allí. Su entrevista a Trotsky fue una de las primeras exclusivas del periodismo en España.

-¿Cómo era el estilo de Sofía como cronista?

-Muy periodístico, pero profundamente literario. Desde luego, esta sería una estupenda ocasión para que alguna editorial se animara a recuperar sus crónicas en un volumen. ¿Por qué Chaves Nogales sí y ella no?

-En el mundo de hoy, ¿dónde estaría Casanova?

-Uy, conociéndola, habría encontrado su lugar. La veo, eso sí, más como columnista que como cronista; el periodismo, hoy, va demasiado rápido.

-¿Fue difícil meterse en la piel de un personaje así?

-La voz de Sofía es tan fuerte, potente y especial que desde el primer momento no supe si era yo quien hablaba por boca de ella o era ella, que se había apoderado de todo mi ser. Conocerla ha sido una de las mejores cosas que me han pasado en la vida.

-Titule a cinco columnas el balance de su vida.

-Sofía Casanova: la vida, más allá de la guerra.

-La última parte de su vida, ¿se hizo menos interesante?

-En absoluto. Su vida es fascinante de principio a fin.