Coque Malla vive un "subidón" con su nueva producción discográfica, "El último hombre en la Tierra", un álbum que tardó un par de años en concluir, un trabajo cuidado, "una aproximación a lo sinfónico pero que tiene de todo y que, en directo, es un show con mucha energía" e integración del público. Como dice Malla, vive un momento de reencuentros con el público. Sobre este momento suyo en la música y algún que otro guiño y revisión de su historia reciente, reflexiona :"No echo la vista atrás, nunca fui tan feliz con lo que hago como ahora", dice. Y añade: "Hubo un punto de inflexión en mi carrera con 'La hora de los gigantes', que era un disco más amable y 'escuchable' ".

-Todo marcha bien, a la vista de las críticas de los conciertos y del disco "El último hombre en la Tierra"?

-Se desprende una energía que hacía años que no veía. A lo bestia. Hay un proceso de recuperación de público que creo que empezó con "La hora de los gigantes". Y luego se ve energía en los conciertos, una energía como de éxito que no existía. Se ve a la gente cantando las canciones: antes era como que tenías que mirar a los labios a ver quién cantaba, ahora es como que lo oyes, oyes al público.

-¿Ya es coral?

-Ahora es coral y muy emocionante. Se retroalimenta y genera una energía que vuelve.

-¿Esa recuperación del público es intergeneracional?

-Desde hace un tiempo viene más gente joven. ¿Te refieres a gente más mayor o lo contrario?

-Más joven.

-Yo creo que con este disco es más joven. Las salas ayudan, la gente está de pie. Queda algún teatro, que también está bien, pero la mayoría son salas. Eso hace que vaya gente joven y se produzca una energía de concierto de rock and roll.

-Dos años para elaborar "El último hombre en la Tierra", eso es todo un respeto a la liturgia de la música.

-Sí, todos trabajamos; yo y José Nortes y Miguel Malla, mi hermano, que hizo unos arreglos orquestales titánicos. Porque él está en Nueva York. Hacíamos cosas por teléfono, nos enviábamos audios, conectábamos por Skype... ahí me di cuenta del verdadero milagro de las nuevas tecnologías. Y sí, fui consciente del embolado de hacer un disco con esa pretensión de acercarme a lo sinfónico. Me di cuenta de que era largo, que no podía poner una fecha. Y ahí estuvimos ensayando. Audios para acá y para allá para ensayarlos y volverlos a ensayar. No es la cosa esa de decir "Vamos a hacer un disquito". Todos teníamos en la cabeza que se trataba de un disco complejo armónica y tímbricamente.

-Con mucha variedad y estímulos en las canciones.

-Hay de todo con las influencias que tenemos todos, que son similares y muy amplias. Los discos de absoluta cabecera que tenemos son discos así, en los que hay de todo. Y en éste lo hay porque se ha escuchado de todo.

-¿Cómo es el directo de esta gira, tras otras más centradas en lo acústico?

-Hombre, faltan los violines, que en directo es complejo, aunque algún día especial lo haremos con todo, pero en directo es mucho despliegue. Esta gira es un show energético, rock enérgico, un concierto que se va para arriba; es un show con una banda, un show en el que pasa de todo. Porque en todos hay una pequeña escena donde ocurre algo. Yo creo que es el show más potente que he hecho en mi vida.

-¿Y también el momento creativo más lúcido de Coque Malla?

-Yo ahora me veo bien. Tenía ganas. Las otras giras eran acústicas. Requieren una concentración absoluta, aunque son maravillosas. Ahí tú llenas todo. Con la banda te relajas y disfrutas más. Además la banda está pillando ritmo. Porque, claro, antes no había tiempo para pillar ritmo. Ahora llevamos siete u ocho salas, y eso te da relajo.

-¿Y lo anterior, lo de las mujeres, qué sensación y reflexión musical produjo?

-Era una sorpresa. Las chicas enviaban su vídeo y fue muy divertido y alucinante. En cada lugar tres chicas subían a cantar, tres chicas que no conocía.

-Si hubiera que buscar un punto de inflexión en su historia musical, ¿dónde la encontramos?

-Como decía antes, en "La hora de los gigantes". Los primeros discos tenían una dosis de tormento e introspección muy llamativa. Venía de un grupo de rock fresco y energético, "Los Ronaldos". La transición fue brusca y complicada. Y el público no lo entendió. Tardó en engancharse. Sí, en cambio, con "La hora de los gigantes", que era más amable y "escuchable", y siguió con "Termonuclear" y "Mujeres".

-¿De cuando en cuando se echa la vista atrás, a "Los Ronaldos"?

-Tocamos una. Es un guiño, una broma, casi un gag. Echar la vista atrás... no, nunca estuve tan feliz con lo que hago. No, para nada. Era muy joven y ahora estoy encantado. Es que no se puede ser tan joven (ironiza).