A punto de cumplirse veinte años de su muerte, una exposición recupera la obra de Xosé Lodeiro (Vigo, 1930-1996), aunque no será en su ciudad natal, sino en Ferrol, donde la Fundación Exponav dedicará una muestra íntegra al artista, que se inaugura hoy. Esta exposición, fruto de la colaboración entre el también artista vigués Xavier Magalhaes y la familia del artista, no es, sin embargo, una antológica ni de una retrospectiva, aclara su hija Ruth Lodeiro. "Lodeiro en Ferrol" reúne 38 obras de la última serie en la que trabajó el pintor, "Flores", pertenecientes a la familia y muchas de ellas inéditas.

Desarrollada entre 1990 y 1995, "Flores" está compuesta por lienzos y gouaches (témperas), que reflejan los planteamientos basados en la arquitectura geométrica y su pasión y dominio del color, una de las señas de identidad en su dilatada y prolífica trayectoria. "Mi padre siempre estaba pintando. Si no estaba delante del lienzo, estaba dibujando. Incluso trabajaba en varias series a la vez", recuerda su hija Ruth, escultora de cerámica. Se trata, además, de la primera exposición institucional que se realiza en Galicia dedicada al artista después de la retrospectiva que le dedicó el Centro de Arte Contemporánea de Galicia (CGAC) en 2007, comisariada por Alberto González-Alegre y Román Pereiro.

Comprometido, inconformista, combativo, Lodeiro fue, y es, un "pintor de pintores", prácticamente ignorado por la crítica, por la que él tampoco disimilaba su antipatía, y un gran desconocido para el público en general. "José era muy polémico, le gustaba mucho discutir y provocar. No tenía pelos en la lengua y a veces hasta resultaba grosero, pero también era muy solidario. Participaba en cuanta manifestación y subasta benéfica había. Siempre que le pedían echar una mano, él lo hacía", comenta su vuida, Victoria Rodríguez.

A la viuda del creador, que firmaba con la coletilla: "Artista de Vigo", le gustaría poder ver una última exposición de Lodeiro en la ciudad que le vio nacer y en la que trabajó -tenía su estudio en la calle Marqués de Valladares- y a la que tanto amaba. "Era una persona muy bohemia. Necesitaba salir, viajar, pero en cuanto estaba fuera ya echaba de menos Vigo. Siempre decía que Vigo era el lugar donde más a gusto se sentía", afirma Victoria.

Sus viajes a países como Suiza -donde se marchó exiliado y donde conoció a Víctoria Rodríguez-, Alemania, Argentina y México le servían para coger oxígeno y enriquecerse, pero también para satisfacer su necesidad de conocer otros lugares. "Era un eterno viajero", afirma Victoria. En México conoció a Luis Seoane, con quien entabló una buena relación de amistad, al igual que con Laxeiro, con quien compartió tertulias en Vigo, y con el poeta Carlos Oroza, a quien profesaba una gran admiración.

Premio de la Crítica de Galicia en Artes Plásticas en 1993, Lodeiro perteneció a los movimientos Estampa Popular Gallega y Atlántica, en cuyas dos primeras exposiciones participó el artista. En Vigo, una placa en el edificio donde tuvo su estudio y unos jardines en la calle García Barbón recuerdan al pintor, de quien Antón Patiño dijo el día de su funeral que era un "artista obseso, inconformista, rupturista, revolucionario e indispensable". El Museo de Arte Contemporáneo de Vigo (MARCO) fue el último centro institucional vigués que mostró obra de Lodeiro, en una de sus primeras colectivas, la dedicada precisamente al colectivo Atlántica.

Ruth Lodeiro recuerda lo premonitorio del título de la última individual de su padre, "O último Lodeiro", en la Casa das Artes, y recuerda que no le había agradado demasiado. Apenas un año después, el 30 de septiembre de 1996, fallecía, víctima de una larga enfermedad. La muerte prácticamente le sorprendió trabajando, asegura su viuda. Y es que Lodeiro era un artista de horarios. Necesitaba crear y exponer, afirma Victoria. "Por aquella época no había galerías de arte en Vigo y José necesitaba exponer siempre todo lo que hacía. Y para ello fraguó, con el también artista Santiago Montes, las exposiciones de la plaza de la Princesa, una iniciativa que duró ocho o diez años y a la que se fueron sumando más artistas", explica.

Ahora, y hasta el 8 de mayo, el estallido de color de Lodeiro volverá a golpear al visitante en la sala Carlos III de la fundación ferrolana, que se inundará de la luz que, en palabras de Ferrín, el cresador vigués "pilla y engalana en los lienzos, sin domesticar".