El actor José Luis Gil afronta un reto al interpretar a Boris, un misántropo que se cree un genio, en Si la cosa funciona, una adaptación teatral de la película del genial Woody Allen. El desafío no es fácil, pero uno de los rostros más conocidos de la comedia en la pequeña pantalla por sus interpretaciones en series de gran popularidad como La que se avecina admite que subir a escena un personaje de Woody Allen siempre es una garantía de éxito

-¿Es un reto meterse en la piel de un personaje de Allen?

-Meterse en la piel de cualquier personaje nuevo siempre es un reto porque nunca sabes cuál va a ser el resultado final. Evidentemente los personajes de Woody Allen te dan una garantía. Lo que ha escrito merece la pena y los textos están muy bien. Todos conocemos al cineasta. En el caso de Si la cosa funciona, al ver la película ya pensé que tenía una buena obra de teatro porque el personaje se dirigía al público, contaba su historia en primera persona y el filme era muy directo. Asimismo la historia que contaba era francamente sencilla y daba lugar a situaciones muy divertidas, siempre con el trasfondo de Woody Allen con su ironía y su crítica. Afrontar su personaje más que un reto era una garantía de que el personaje va a estar bien. En este caso, era una garantía doble porque cuando vi la película suscribía en un 90% todo lo que decía mi personaje. En teoría era muy fácil seguir todo lo que decía, en la práctica era más complicado.

-¿Se siente identificado con su personaje?

-Sí, mucho. Siempre parto de que me siento identificado con lo que dice; no cómo se comporta porque desde el principio ya sabemos que se intenta suicidar tirándose por una ventana.

-¿Cómo es su Boris?

-Creo que es lo más fiel posible a lo que nos explica en el texto. Woody Allen define muy bien todos sus personajes y, en este sentido, deja poco lugar a la imaginación del espectador. Incluso en el caso de Boris hace una declaración de intenciones mirando al público a la cara y diciéndoles que no es una persona muy agradable, que no se esperen que caiga bien. En el caso de Boris tengo que inventar poco.

-¿Es posible poner distancia a los papeles ya de por sí estereotipados que crea Woody Allen?

-Es posible y además es necesario porque si no, como Woody Allen siempre se mueve en el límite partiendo de situaciones cotidianas, puedes caer en una cosa vulgar. Los pensamientos pueden ser vulgares pero no la manera de afrontarlos. No vamos a ver nunca una grosería. Al final, siempre hay algo que justifica que todo lo que nos ha parecido absurdo, tiene un sentido. Esto me gusta porque no nos quedamos con la parte amarga del personaje.

-¿Dónde se siente más cómodo en el teatro, en la televisión o en la sala de doblaje?

-Depende de lo que esté haciendo. Ahora que estoy haciendo televisión y teatro, me siento cómodo en los dos sitios. Estamos rodando la temporada nueve de La que se avecina que se va a estrenar dentro de poco. Es un personaje que llevo haciendo nueve temporadas. Si no me hubiera sentido cómodo con él, me hubiera vuelto loco porque son nueve años. La verdad es que estoy encantado. En el caso de Si la cosa funciona, es un lujo salir al escenario con compañeros como Ana Ruiz, Rocío Calvo, Beatriz Santana o Ricardo Joven. Da gusto trabajar con ellos porque en el escenario hay una química especial. Es una delicia. Tengo la sensación de disfrutar mucho de mi trabajo que es lo más importante y lo que siempre pido.

-¿Cuál es el secreto del éxito de una serie que dura 9 temporadas?

-No lo sé. Si lo supieran los productores y las cadenas, harían series como la nuestra constantemente. No es fácil. No se sabe. Analizándolo con el tiempo, uno saca respuestas porque es una serie divertida, cercana y que abarca un público muy amplio pero el talento está en los creadores de los personajes y de las historias. Es un todo porque también influye un reparto acertado y una buena dirección.

-¿Qué porcentaje de su fama debe a Enrique Pastor o al señor Cuesta?

-Toda. Antes del señor Cuesta era un perfecto desconocido. He estado muchos años en una sala de doblaje que es anónima pero mi popularidad se la debo a Juan Cuesta y luego a Enrique Pastor. Estoy muy agradecido.

-¿Cómo cree que va afectar el resultado electoral al mundo de la Cultura?

-No lo sabemos. Es tan reciente que ni sabemos si van a formar gobierno. Jugar a adivinos con los políticos tiene mucho peligro. Y más arriesgado es jugar a adivinos con lo que van a hacer los dirigentes con un país y cómo lo aceptarán los mercados de los que dependemos tanto.

-¿Cómo se presenta el 2016?

-Trabajando, que es una buena manera en esta época que vivimos. Unos cuantos somos afortunados porque la crisis nos ha pillado en una serie de éxito y en el teatro. Soy consciente de que somos unos privilegiados pero también trabajamos mucho para ganar la mitad porque la otra mitad se han encargado de quitárnosla.