Curiosa vuelta de tuerca: si las tiras cómicas de Charles Schulz abordaban el mundo infantil para que sobre todo las disfrutara un público adulto, la película "corrige" esa maravillosa incoherencia y va dirigida, sobre todo, a los más pequeños, aunque sus acompañantes mayores la podrán saborear tanto o más que ellos por lo que tiene de apuesta nostálgica bien traída y mejor llevada.

Vaya por delante que el trasvase del papel a la pantalla es gozosamente imaginativo (el ordenador adornado con pespuntes de lapicero, plas plas plas), y solo le sobra algún exceso donde se acentúa la espectacularidad sin venir mucho a cuento (las batallas aéreas), aunque se puede disculpar porque a los críos hay que darles de vez en cuando espabilina visual. El resto, más dulce que agrio a pesar de que estamos ante un claro caso de perdedor embrionario sobre el papel, es un delicioso caramelo. A zamparlo toca.