Horas antes del espectáculo apenas quedaban entradas. El tradicional Concierto de Navidad de la Fundación Casablanca reunió a 250 voces, divididas en tres coros, y a un buen número de vigueses que acudieron al Teatro García Barbón para deleitarse con un repertorio navideño, pero no solo.

La primera parte la inauguró el Coro de los Peques, miembros menores de 12 años, y el coro Juvenil. Ambos están formados por cerca de 60 miembros. La apertura recurría a un clásico, pero no de esta época: Killing me softly. Le seguirían siete temas más, tres de ellos navideños y otros cinematográficos como A time for us, de la película Romero y Julieta o Beauty and the Best. Se atrevieron también con piezas de Andrea Bocelli o Bryan Adams.

El público arropó a los jóvenes artistas con aplausos a sus interpretaciones.

La segunda parte estuvo en manos de la Coral Casablanca. Los 120 miembros ofrecieron un recital abierto por For unto us a child is born, de Hendel. La coral continuó con canciones de la película Salvar al Soldado Ryan o Evita, pieza con la que cerraron la actuación. Antes habían interpretado algunos villancicos tradicionales.

El broche de oro llegó con la unión de todos los artistas sobre el escenario para interpretar la navideña Adestes fideles. 250 voces sonando en perfecta armonía en un día mágico para todos ellos.

Acompañando a los coros estuvo un pequeño grupo musical formado por Guillermo García, teclista; Lucía Pestan, pianista y el bajista Federico Welicki.

La cantera viguesa

El más pequeño de los artista que actuaron ayer en el concierto navideño tenía tan solo 3 años. La Fundación Casablanca destaca la enorme importancia de promover la música coral entre los más pequeños. El director de la coral, Oscar Villar, apunta que "solo así se puede crear cantera" para continuar con una tradición musical.

El coro de los Peques y el Juvenil vivieron una noche muy especial. "Actuar con los mayores a ellos les hace mucha ilusión", explicaba horas antes del concierto Villar. Si a esto se le suma hacerlo en un escenario emblemático, como el Teatro García Barbón, y un auditorio abarrotado, los nervios aumentan. "Es nuestro deber apoyarles", señaló Villar.