Había visitado la villa donde murieron sus padres y sus dos hermanos de 9 y 14 años en varias ocasiones, la más emotiva hace un lustro, cuando conoció al fin la tumba de su familia junto al cementerio baionés. Pero ayer Arnhild Utheim, la única superviviente del naufragio que conmocionó a la comarca hace 70 años, revivió la tragedia. Lo hizo al contemplar la laboriosa maqueta del Thalassa, el yate noruego que se hundió el 31 de diciembre de 1948 ante Cabo Silleiro, y al destapar la placa en honor a las víctimas junto a las rocas que fueron testigos del drama, pero también ante el temporal que azotaba la costa miñorana. "Ahora entiendo que me digan que soy un milagro", dijo al contemplar por primera vez tal oleaje tras más de una veintena de viajes a la comunidad.

Arnhild tiene ya 80 años y el homenaje organizado por el Concello de Baiona y el hotel balneario Talaso Atlántico le ha ayudado a "reconstruir el puzle" de su vida, marcada por aquel siniestro que la dejó huérfana a los 10. "Para mí Baiona es mi segundo hogar y aquí tengo una hermana pequeña", manifestó durante los actos. Se refería al cariño que siempre ha recibido en la villa, especialmente el de la familia que se ocupó de cuidar la sepultura de sus padres y hermanos durante décadas, y a Arnilda Estévez, nacida siete meses después del desastre e hija de un marinero que ayudó en el rescate del barco y que la bautizó así en honor a la pequeña náufraga.

El Talaso Atlántico promovió la conmemoración al encontrarse con la curiosidad de varios clientes sobre la relación del nombre del hotel con el barco hundido. Por eso encargó la maqueta elaborada por el coruñés José Rodríguez Fernández a lo largo de 1.800 horas de trabajo durante seis meses con madera de caoba de África a escala 1:15. Junto a la réplica, el establecimiento expone en su salón documentos y fotografías de la época. Y a pocos metros de allí, junto al mar, en la glorieta de Silleiro, una placa colocada por el Ayuntamiento recordará para siempre aquel desastre.