La fina e insistente lluvia del orballo tiene mucho que ver con el ritmo de la primera parte de la Danza. Es lento y repetitivo, un círculo vicioso adornado por los sombreros floreados de las damas y por ese empaque que dan los años, los cientos de años. La Danza de Aldán es un ejercicio agotador para las damas y para los galanes, tal vez más para ellas que tienen que aguantar el peso nada despreciable de los sombreros que adornan sus cabezas.

Ayer fueron 50 minutos de baile bajo la incesante lluvia que es cierto que no amilanó a los danzantes ni tampoco a un público de Aldán entregado con este rito que se baila en honor a San Sebastián. A pesar de la lluvia, el atrio de la iglesia de Aldán estaba concurrido para presenciar la ancestral danza y solo el tejado que conformaban los numerosos paraguas abiertos impedían presenciar bien el espectáculo ancestral.

El ritmo de la música crece en la segunda parte del baile, donde la muiñeira se impone con ese punta-tacón más desaforado y las castañuelas ya más libres en las manos de los danzantes. Ya duelen los pies y los gemelos empiezan a resentirse después de 40 minutos bailando. Se nota el sudor en los rostros de los galanes y en las damas la base de maquillaje empieza su fase más peligrosa. Pero es también el momento más divertido. Es como si la muiñeira dopara a los componentes: 10 galanes, cinco damas y el guía. Los brazos de alzan y los pasos son más alegres. La Danza se divide en corros, donde las damas bailan solas hasta que llega el guía y a danzar en el interior del coro que habían formado. Poco después, la gaita cesa y el ritmo vuelve a trocar. Es el momento de danzar hacia atrás abriendo paso para que los santos y la procesión que los acompañan vuelvan a la iglesia de Aldán. Tarea nada fácil, aunque lo parezca, y más si llueve.

Por la tarde fue imposible danzar en O Torreiro y también en la alameda, como es costumbre. La lluvia continuaba acaparando protagonismo en su intento por deslucir el día grande de Aldán. Así que la Danza se tuvo que retirar al colegio Sagrada Familia, donde las damas y galanes volvieron a mostrar sus dotes, muchas de ellas aprendidas a lo largo de muchos años.

Ayer bailó por primera vez Nerea Prieto, una joven estudiante de Biotecnología que mamó la danza desde muy pequeña. Era la primera vez que bailaba con el sombrero y, al término de la Danza, no dudó en señalar que el sombrero le había pesado y destacó la emoción que le había supuesto.