Buscar un nuevo cultivo para mantener libre de maleza el terreno y disuadir así los incendios. Es lo que pretendía Severo Pérez, un vecino de 56 años de la parroquia de Barcela, en Arbo, cuando en 2014 decidió plantar un millar de olivos en una parcela suya llena de arbustos y matorrales que fue pasto de las llamas durante varios años.

Ahora con árboles de casi dos metros de altura, acaba de recoger su segunda cosecha de olivas. "El año pasado aún habían producido poco y las recogió mi mujer y las preparó para comer", comenta el agricultor. Sin embargo, la cosecha de este año la destinará a producir aceite casero, para consumo propio y para regalar a sus amigos y familiares.

Severo y sus familiares recogieron las olivas utilizando el método tradicional de ordeño, desprendiéndolas de las ramas y depositándolas en una cesta colgada del cuello.

Este arbense que reside en Vigo por motivos de trabajo, asegura que actualmente existe un alta demanda de olivas si las hubiese querido vender. "De momento la producción aún es modesta y prefiero hacer mi propio aceite, pero ya tenía varios interesados en comprármela para hacer aceite gallego", señala.

Severo Pérez considera que "Arbo tiene prácticamente un monocultivo, la viña, y el sector ya está un poco saturado aquí, por eso elegí los olivos, y según las analíticas la oliva recogida es de buena calidad como lo son las uvas" , apunta.

Evitar los incendios fue el principal motivo por el que Severo decidió plantar olivos."Con este olivar consigo mantener el terreno sin riesgo de incendios, obtengo una cosecha y sin la mitad de trabajo que conlleva el viñedo", afirma satisfecho.

En un futuro no lejano, la pretensión de Severo es dejarle el cuidado de suolivar a una persona desempleada de la zona para que lo trabaje y le saque rendimiento económico. "Es una forma de dar empleo. Mi intención es dejarle el olivar a una persona que lo atienda y se quede con los beneficios de la cosecha", explica Severo, un trabajador del área sanitaria.