Nos hemos muerto todos un poco con el fallecimiento de Manuel Quintas Vergara, "O Ferreiro de Sabarís", nacido en Nigrán y generacional de oficio. De él puede decirse con propiedad que tuvo más amigos que enemistades, que se desvivía por contar con el aliento de la gente, por ser protagonista en el pueblo en que se pace, al que se debe.

Hombre de variados resortes, estaba en el humus de la comarca, ya departiendo con los curas, ya con la autoridad, ya con el paisano, compartiendo mesa con los encumbrados cuanto con el vecino llano, que no le dolieron prendas al cantar las verdades en tono temperamental. Sentía devoción por las Fuerzas Armadas y, de su faceta de maestro armero, en Cabo Silleiro, de su afable y cercano trato, sacó influencias para tanto recomendado que sirvió en la mili.

Vitalista, amainaba el protocolo y su taller fue un trajín de gentes, de convidados al paso que salían bien comidos y bien bebidos porque prestaba, entre encargos, la convivencia de tertulia y diálogo sobre las fiestas patronales, la Arribada o el Primero de Marzo que atraían el calor de furancho, haciéndolo envolvente, mientras saltaban las chispas en la fragua.

Rica personalidad la del Ferreiro, que, veterano, despertó a la vocación de ser artista de la piedra y del metal como queda reflejado en el Val Miñor, en la provincia. Una obra franca dedicada, entre otros, a Torrente Ballester, que llegó a preguntarle quién le pagaba. Y Manuel Quintas le respondió, señalando el cielo: "El de Arriba".

Lo anecdótico del asunto es que, en el sepelio del escritor ferrolano, se le acercó "un viejo al que no conocía de nada" y le propuso que le dedicase a él un monumento. Se trataba de Saramago, admirador y admirado de Torrente, quien no se atrevió a deshacer el enredo. Manolo Ferreiro homenajeó a Carlos Casares con motivo de las Letras Galegas y la obra está disponible en su taller de Baíña, para instalarla en Nigrán.

Más de treinta años de camaradería, tanto discurso espontáneo cada vez que nos regalaba sus creaciones, sin descomponerse ni un pelo ante el auditorio. Y frases para el recuerdo: "Nin máis nin manga", "Non me fales en plan Bhollivú..." Apasionado de la Benemérita y abierto a escuchar el Himno de Riego, la Internacional y "El novio de la muerte". Así, unas vivencias que no caben en el resumen apresurado. Que no se me olvide la respuesta del general Ferreiro cuando, a tres, le pregunté quién así se apedillaba: "Ambos".

Irremediablemente somos, pero un poco menos.