O Rosal no faltó ayer a su tradicional cita con la Romancha do Cabaqueiro, iniciada en 1988 y que cumple este año su trigésima edición. De igual forma, tampoco faltaron las representaciones de los trabajos que en el pasado fueron el sustento económico de muchos hogares en la zona, y es que como recuerdan varios vecinos y vecinas "pocas son las familias en O Rosal en las que no haya habido un cabaqueiro".

Este oficio, también conocido con el nombre de "teilleireiros", consistía en realizar tejas y ladrillos de manera artesanal, y los que lo ejercían debían abandonar sus casas durante cinco o seis meses, coincidiendo con el verano, para desarrollar su labor por todo el territorio español, normalemente en Castilla. Un trabajo laborioso que se veía recompensado cuando en el día de las Fiestas de la Pilarica los "cabaqueiros" ya habían vuelto a casa y celebraban esta efeméride en compañía de sus familias. Es por ello que cada 12 de octubre el municipio rosaleiro rinde homenaje a este oficio todavía grabado en la memoria de sus vecinos.

La fiesta tuvo lugar, como viene siendo habitual, en la plaza do Calvario. Allí se reunieron los "cesteiros", "zoqueiros", "canteiros" y "ceramistas" que realizaron las demostraciones de estos oficios artesanales ante la mirada de los asistentes momentos antes de dar comienzo a la lectura del pregón.

El pregonero de este año fue Rafael Vicente Fernández, ingeniero de caminos y primer presidente de la Fundación O Rosal, al que presentaron el alcalde de la villa, Jesús María Fernández, y la edil de Cultura, Charo Tabales. Rafael dedicó su pregón a las experiencias y sentimientos vividos en el seno de un larga familia de "cabaqueiros" y contó como anécdota personal que la mayoría de sus antepasados nacieron entre los meses de julio y octubre, es decir, nueve meses después de que los hombres regresaran de ejercer su oficio de "teilleireiros" fuera de la comarca.

Después del pregón comenzó la tradicional demostración en la que menos de una decena de rosaleiros elaboraron "toupos" y "cabascas" artesanalmente, o lo que es lo mismo, ladrillos y tejas. Este espectáculo fue conducido por Juan Ramón Martínez, el cual definió a los "cabaqueiros" como "herederos de los ceramistas romanos".

Juan Ramón también es el encargado de realizar la crónica anual de la fiesta, que en esta edición recoge la entrevista de Benito Martínez Goce, un "cabaqueiro tendedor" que tendía hasta 3.000 tejas al día. Un ejemplo de que "cada vez somos menos", recordó el alcalde, hijo de "cabaqueiro", el cual también aseguró en su discurso que "mantendremos esta fiesta mientras sea posible".