En España se diagnostican cada año 900 casos de ELA, ante esta enfermedad degenerativa de tipo neuromuscular que no tiene cura solo quedan dos opciones, rendirse o pelear y ser valiente como Cristina. Cuenta que, "a día de hoy, solo existe un tratamiento que ralentiza la evolución de la enfermedad, se trata de un fármaco, en pastilla o jarabe, que se toma cada doce horas". Además, a pesar de su inmovilidad absoluta, Cristina acude periódicamente a sesiones de fisioterapia y logopedia, "sé que no hay cura pero cuánto más fuerte esté, más resisto". Su ayuda principal son sus padres y su hermana, su casa está adaptada (baño, habitación, grúa, rampas, cama articulada?) y cuenta con una persona que la moviliza a diario y le hace estiramientos. Curiosamente, ella estudió quiromasaje y auxiliar de rehabilitación, profesión que aún llegó a ejercer e incluso, al principio, "cojeando continué tratando a gente", pero al igual que en las demás facetas "esta enfermedad te limita totalmente la vida".

No obstante, las nuevas tecnologías "me abrieron una ventana al mundo", confiesa refiriéndose al OptiKey, una aplicación informática de reconocimiento ocular, "que me permite escribir mediante los ojos gracias a una barra de infrarrojos; puedo hacer de todo, consultar el correo, búsquedas en Google, escuchar música?".