Se titula "Bayona de Galicia, 1878" y es la primera panorámica desde el mar de la que existe constancia en la historia de la real villa. El Instituto de Estudos Miñoráns (IEM) ha comprado el cuadro por su "incalculable" valor testimonial. Dice la popular frase que una imagen vale más que mil palabras y, por mucho que los planos y escritos describan cómo era la localidad en el último tercio del siglo XIX, ninguno ha permitido visualizarla como esta pintura. Firmado por José Portal, el óleo recoge importantes aspectos del desarrollo baionés, como la construcción de la carretera Vigo-A Guarda y la ampliación del puerto pesquero, y huellas del pasado como las ruinas de la población que se asentó durante siglos en la fortaleza de Monte Boi, desaparecidas poco después.

Varios integrantes de la junta directiva del IEM han realizado aportaciones para adquirir por 6.000 euros la obra que, uno de sus socios experto en arte, había conseguido a través de un anticuario portugués. El negociante luso la había comprado en una casa de subastas de Madrid, donde salió a la venta procedente de la colección de una familia de Alcalá. "Pareceunos moi interesante mercar o cadro polo seu gran valor histórico. Non queriamos que marchase daquí", explica Xosé Lois Vilar, vicedirector de la entidad.

Evolución social y urbanística

Independientemente de la calidad artística sujeta a la subjetividad, la pintura resulta de gran interés desde el punto de vista testimonial. Tras las aguas de la bahía, surcadas por pequeñas embarcaciones, buques de pasaje y hasta un velero, presenta la carretera litoral en plena construcción, impulsada en 1857 por el diputado José de Elduayen Gorriti, según explica el historiador local Anxo Rodríguez Lemos, y la ampliación del muelle, con grandes piedras amontonadas, cuyo presupuesto alcanzó los 798.314 reales. Respecto al recinto de Monterreal, el estudioso destaca la estampa previa a la construcción del palacio neogótico de José de Elduayen, "xa derrubado co convento de San Francisco e mercadas casas de particulares aínda visibles". Aparece ya la plaza del pescado, A Palma como alameda de la villa, el templo de Santa Liberata, la colegiata, la torre de la actual casa consistorial o la del reloj, erguida por indianos en 1852.

En el aspecto urbanístico, el arquitecto Antonio Soliño subraya la imagen que ofrece el cuadro sobre la transformación de Baiona, que se iniciaba como destino turístico. Las viviendas de la fachada marítima, antiguas moradas de pescadores, ya habían sido adquiridas por burgueses foráneos y "presentaban galerías similares ás de Viveiro ou A Coruña". El experto pone el ojo en el trazado del Camiño Real perfectamente visible desde el cruceiro de Santísima Trinidad hasta la Porta da Vila y en los primeros indicios del ensanche, con viviendas localizadas en A Percibilleira.