Crema de brécol, revuelto de verduras y minihamburguesas de salmón como entrantes. Arroz cremoso con bacalao de primero, carrilleras de cerdo con guarnición de segundo y filloas rellenas de cabello de ángel y pastel de chocolate de postre. Es el menú que ayer ofrecieron los veinte alumnos del Colegio de Educación Especial de Panxón a treinta vecinos del municipio en la primera de las cinco cenas abiertas al público que el centro organiza para recaudar fondos para la excursión de fin de curso. Una novedosa iniciativa que revoluciona la ardua tarea de conseguir dinero para el ansiado viaje escolar, que arranca con gran éxito de acogida. Completo ya el aforo para las veladas previstas para los próximos cuatro jueves, la primera culminó bien entrada la pasada noche con felicitaciones de los comensales a los jóvenes cocineros y camareros por la calidad de los platos y del servicio.

Serán 150 clientes en total los que acudirán hasta abril al comedor montado en el vestíbulo del centro. Cada uno aporta 15 euros por una noche de diversión que combina gastronomía con espectáculos científicos, experimentos relacionados con los cinco sentidos entre plato y plato. Ya están asegurados 2.250 euros y se esperan más aportaciones.

Los estudiantes/restauradores se encargan de todo. Unos cocinan, otros se ocupan de la sala, otros de las reservas a través de internet, de la logística y de la limpieza. "Es lo más parecido a un empleo real. Cada uno con su función y su responsabilidad. Aprenden a trabajar en equipo, a esforzarse y a respetar a los demás", explican Betina Represas y Rafael Lores, orientadora y director del centro que acoge a jóvenes de toda Galicia de entre 9 y 18 años con problemas de conducta que les impiden adaptarse al sistema educativo ordinario.

Residen de lunes a viernes en Panxón, donde encuentran un modelo de aprendizaje adaptado a sus intereses. Eligen proyectos según la temática que más les atrae y "Panxón Chef" es uno de de los más demandados después de tres cursos en funcionamiento. La cocina habilitada en al antiguo patio interior de la escuela se convierte en un aula en la que elaboran platos que aprovechan en su propio comedor, mientras reciben conocimientos de lengua, matemáticas, ciencias y geografía. "Les encanta porque la cocina es muy motivadora y además está de moda. Además empleamos los vegetales que ellos mismos cultivan en el huerto escolar y los huevos del gallinero que atienden en el recinto", destaca su profesor, Álvaro Rey, profesional de los fogones.

Sus lecciones les han proporcionado la seguridad y experiencia necesaria para embarcarse en la aventura del restaurante escolar. "El año pasado no pudieron ir de excursión porque no teníamos dinero. Al empezar este curso nos planteamos cómo podíamos conseguirlo. Nos preguntamos: ¿qué sabemos hacer bien?, ¿podemos cocinar para otros?, ¿vendría alguien a comer lo que hacemos? Las respuestas nos trajeron hasta aquí y los chicos están entusiasmados", relata la orientadora. Tras las cinco cenas programadas, elaborarán una sexta para sus familias. Sin duda, la más ilusionante para ellos.