Hay un local hostelero en Porriño que acumula 94 años de actividad ininterrumpida. Pocos los pueden contar. Son casi los mismos que ya ha cumplido la flamante casa consistorial del municipio, diseñada por Antonio Palacios, y ambas construcciones se asientan en pleno corazón de la capital de la comarca de A Louriña. Los que son porriñeses ya lo habrán adivinado y los que no seguramente están a punto. Se llama La Cueva, nació en 1922 y acaba de dar el cuarto relevo generacional dentro de una familia que siente este bar como parte irrenunciable del clan.

"Hace que sienta un enorme respeto y una gran responsabilidad, que se traduce en la motivación necesaria para seguir con la historia de este local; me emociona heredar un negocio por el que ha pasado sangre familiar durante 94 años". Las palabras son de Óscar Rodríguez, un joven porriñés de 30 años que coge el testigo de su padre Julio, después de que este último estuviera al frente del negocio durante 45 temporadas.

Que La Cueva es un bar insertado en el imaginario colectivo porriñés es algo que se comprueba fácilmente hablando con la familia que lo ha regentado. "Ya de pequeño aprendí a devolver el saludo a personas que no conocía por el mero hecho de tener relación familiar con la Cueva. Después, a medida que pasa el tiempo y vas adquiriendo conocimientos, aprendes a valorarlo de forma adecuada y a darle la importancia que se merece", asegura el propio Óscar.

Pero si la historia del bar ya roza el siglo, la de la instalación que lo acoge se retrotrae mucho más. "Se conoce la existencia de documentos en el archivo diocesano de la Catedral de Tui con fecha de 1569 que acreditan que este edificio desarrollaba la función de hospital de peregrinos; años más tarde se convertiría puntualmente en una cárcel pública para dar paso, según el testimonio recogido del historiador Francisco Ávila en el siglo XIX, a un "pequeño hospital de pobres".

Historia viva del municipio dentro de cuatro paredes que, para dar la bienvenida a la cuarta generación, han sido objeto de una profunda reforma llevada a cabo por una joven firma porriñesa: "el trabajo de Estudio A ha sido excelente", señala Óscar, al tiempo que indica que "en esta nueva etapa apostamos por mantener la esencia de La Cueva, conservando las virtudes que llevaron a los vecinos a establecer en él un punto de encuentro".

Los cien años están cerca y en la organización familiar ya se respira lo que se presume como un gran año, el que convierta a este establecimiento en un negocio secular. Suena trascendente. Realmente lo es. "Ya comenzamos los contactos con los Rolling Stones y tenemos un principio de acuerdo con el Cirque du Soleil", bromea el nuevo gestor. "Los que conocen La Cueva saben que en dentro se vive un ambiente especial en todo tipo de celebración y días de festividad, por lo que trataremos de rescatar ese espíritu, contagiarlo a los clientes y a toda la población de Porriño y prolongarlo a lo largo de un año que seguro será muy especial para todos nosotros".