La solidaridad es filosofía de vida para Pablo Martínez Lemos. En lo profesional y en lo personal. Ha arriesgado su vida en diversas ocasiones para ayudar a los demás a la hora de apagar incendios como bombero del Grupo de Emerxencias Supramunicipal (GES) Val Miñor. Y en su tiempo libre colabora con la Asociación Participa para la Inclusión Social, la organización con la que viajará como voluntario este domingo al campo de refugiados de Katsikas para participar en tareas de logística "y lo que haga falta".

Lo que desde aquí se conoce de este campamento militar, ubicado al norte de Grecia, casi en la frontera con Albania, es descorazonador. Ochocientas personas hacinadas en tiendas y con apenas ochenta letrinas para todos. "A ver qué nos encontramos. Las condiciones son dramáticas y se recrudecen con la llegada del invierno". Espera trabajar en la acumulación y distribución de material que desde hace un año organiza la Agrupación Integral de Rescate y Emergencias (AIRE) de A Coruña, con la que su organización mantiene un convenio. "Tenemos que comprobar qué hace falta conforme va llegando la gente. Sabemos que por el momento disponen de ropa y medicamentos, pero eso puede cambiar", explica.

¿Por qué este destino? Porque es uno de los más difíciles, de los que requieren mayor cooperación internacional. "Todos los campos son complicados, pero quizás resulte más fácil recibir lanchas en los de costa. Los de interior son más dramáticos. La gente lleva meses intentando superar la frontera hacia otros puntos de Europa. Están humillados, destrozados, como lo estaríamos cualquiera de nosotros si de repente nos viésemos obligados a huir de la guerra".

Es la segunda vez que este bombero vigués viaja por el mundo de forma altruista. Se trasladó a Etiopía en 2011 para ayudar en el proyecto de adopción que su ONG mantiene en la zona y allí trabajó en una casa de acogida en Adís Abeba. Ahora se traslada no solo con la intención de ayudar, sino también con la de difundir lo que allí ocurre. Irá acompañado de otras cuatro personas, entre ellas, la fotógrafa Iris Durán, también de Vigo, con la que espera realizar una exposición al regreso "para dar a conocer esa realidad".