¿Qué pueden tener en común un baionés de pura cepa y una nigranense nacida en Guadalajara? Mucho. Cándido Blach y Agapita de la Torre han dedicado buena parte de su vida al mar y, por ello, recibirán este domingo el tradicional homenaje de la Cofradía de Pescadores A Anunciada de Baiona tras la misa de campaña en honor a la Virgen del Carmen que precede a la multitudinaria procesión marítima, en torno a las 18.00 horas.

Embarcado desde los 12 años hasta los 65 él y faenando a pie de playa desde los 33 hasta los 67 ella, los dos veteranos del sector pesquero baionés afrontan con "orgullo" el reconocimiento de sus vecinos. En especial Agapita, la primera mariscadora de la historia del pósito que vivirá el emotivo acto como protagonista.

Dos vidas con origen muy distinto que la bahía de Baiona ha hecho coincidir de algún modo.

Cándido se inició en una gamela a remo y pasó a mayores embarcaciones a los 16. Se casó a los 24 con Carmen Ulbeira Pérez, de familia también marinera, y juntos iniciaron una difícil trayectoria con seis hijos que mantener. Vivió temporales en Gran Sol y estuvo preso en Mauritania y en las Azores por asuntos administrativos de su empresa, pero fue en el seno familiar en el que sufrió sus mayores disgustos al perder dos hijos y al padecer en primera persona la ansiedad "indescriptible" del secuestro de otro, Ricardo Blach, el patrón del "Alakrana". Ahora, a sus 86 años, prefiere no pensar en aquellos episodios y centrarse en sus nietos y su huerta, pasear por el muelle y charlar con sus compañeros.

Agapita llegó a A Ramallosa con 24 años para trabajar como empleada de hogar de una familia castellana. Allí conoció a su marido, Álvaro Pérez -marinero de Panxón ya fallecido- y se casó con él a los 31 años y tuvieron dos hijos y tres nietas. Animada por sus vecinas probó el marisqueo a pie y se especializó en la almeja hasta convertirse en una auténtica profesional apasionada de su trabajo, hasta el punto que ejerció como vigilante contra el furtivismo durante los últimos años de su vida laboral. "Ya me gustaría a mi volver a mariscar, pero no puedo, me iba a caer", bromea. Con 89 años sigue muy activa. "No puedo estar parada", dice. Así que dedica su tiempo a la huerta y a su familia.