Casi nueve meses han transcurrido desde que el Vaskkar, un barco con casco de madera de 22 metros de eslora por seis de manga, se fue a pique en su amarre del puerto deportivo de Baiona. Desde entonces, y pese a algunos intentos por reflotarlo y sacarlo del mar, permanece sumergido en la bahía, una situación que de prolongarse en el tiempo podría derivar en un "riesgo medioambiental".

Así lo advierten desde la Asociación de Usuarios del Puerto Deportivo de Baiona, cuyo presidente, Santiago Fagilde, reclama tanto al ente autonómico Portos de Galicia como a la empresa Ronáutica -concesionaria de los amarres- la "inmediata" retirada de la embarcación, propiedad de un socio de nacionalidad británica.

Fagilde explica que desde el hundimiento del barco, el pasado 18 de septiembre, y pese a las barreras anticontaminación que personal del puerto desplegó a su alrededor y el sellado de los conductos que realizaron buzos de la Guardia Civil, "se han detectado "manchas de gasóleo y aceite" en su entorno, señal inequívoca, apunta, de que "se están produciendo fugas", un hecho que ya han puesto en conocimiento de las autoridades.

El presidente de los usuarios del puerto deportivo teme que "si no se cuida", el deterioro del barco vaya en aumento y lo haga irrecuperable, provocando daños ambientales mayores. Ante ese riesgo, a Santiago Fagilde resulta "incomprensible" que no se hayan realizado hasta el momento más esfuerzos por sacar el Vaskkar del agua.

"Por lo que sabemos el propietario estuvo aquí en Baiona tras el naufragio, pero parece que su seguro no se hace cargo del barco", afirma el representante de los usuarios del puerto deportivo, que en estos nueve meses solo tiene constancia de un intento de reflotar la embarcación, tarea que se ve complicada por su gran porte. "La concesionaria, entendemos que presionada por Portos, contrató los trabajos, pero la precariedad de los medios que se emplearon impidió completarlos con éxito", apunta.

Pero la "urgencia" con la que los usuarios quieren que se aborde este problema no tiene que ver únicamente con el medio ambiente, ya que, aseguran, la presencia del barco bajo el mar "representa también un peligro para la navegación", un obstáculo con el que otros barcos podrían impactar, agrega Fagilde.

Mientras llega la solución definitiva, el Vaskkar, que se fue a pique tras años amarrado a puerto -donde llegó incluso a servir de residencia para su propietario- sigue reposando sobre el lecho marino y acumulando verdín, tal y como muestran sus mástiles y puente de mando cuando emergen a la superficie con la marea baja.