A Isaura le llegó su día con 108 años de edad y seis meses. El óbito se produjo ayer por la mañana en la casa donde reside con una de sus hijas, Elena, y su nieta Concha, en Quintela (Crecente).

Isaura Sánchez Vázquez nació en 1907, y por lo tanto conoció la España de la monarquía de Alfonso XIII. Tenía 24 años cuando se estableció la República, el 14 de abril de 1931, y vivió los tiempos del golpe del 36, la guerra civil, la instauración del régimen de Franco y la llegada de democracia con la monarquía constitucional de Juan Carlos I. Siempre sintió los cambios desde su pedazo de tierra, cerca del Miño, pero el impacto del hambre le hizo mella. "Que ben se vive agora; nos tempos da fame, enton un nin podía queixarse", dijo en alguna ocasión a los conocidos y amigos que la visitaban.

Últimamente no hablaba demasiado, aquejada de sordera, pero todavía se sorprendía de las arrugas de sus manos en las que se mostraba implacablemente el paso del tiempo.

"Sei os anos que teño polas enrrugas das máns e porque xa non teño forza como antes para andar polo eido, pero ganas non me faltan",decía en una visita de cumpleaños de los representantes de Concello de Crecente, en 2014.

Se casó a los 19 años. Su marido tenía entonces 33, pero afirma que fueron muy felices hasta que el murió con 90 años, "fai xa tempo". La felicidad era para ella el día a día, con un hombre bueno que la quería "e do que nunca recibín nin unha mala palabra, nin unha bofetada, nin o intento..." No entendería de otra forma estar tantos años con él, y que fuera el único en su vida.

Isaura vivió sus últimos años recordando, entre fotografías y muy bien cuidada por su familia. Hasta hace muy poco comía de todo, no bebía vino "porque nunca me gustou" y estaba muy poco medicada, solo tomaba media pastilla para la tensión y se aplicaba unas gotas para el riego sanguíneo. Con esa situación decía que su longevidad no tenía más secreto que "traballar moito toda a vida" y "vivir como pobres".

"Eu sempre fun feliz co meu home, pero traballamos moi duro no campo porque eran tempos de miseria", contaba. Todavía se acuerdaba de esos tiempos y de otros mejores en los que ya tenían tres cerdos y tres vacas y las tareas duras de labrar las fincas, ir al tojo y llevar el carro de bueyes.

Natural del barrio de Os Piñas, en Crecente, ahora vivía en la parroquia de Quintela. Tenía diez bisnietos, cinco nietos y dos hijas, ya que una tercera ya falleció.