Nunca llueve a gusto de todos. Las fuertes precipitaciones de los últimos días les ha fastidiado a muchos el Entroido, pero al menos a los redondelanos les queda el consuelo de poder disfrutar en el apogeo de su belleza la cascada de A Feixa, uno de los parajes más fascinantes que ofrece el invierno redondelano.

El trasiego de personas durante el último mes, cuando comenzaron las lluvias, es continuo en este espacio natural. Unas visitas que se incrementan en las jornadas de temporal ya que el acceso a la zona es fácil y el espectáculo merece la pena. "Vengo porque quería que mi hija conociese la cascada, ya que es impresionante cuando baja tan cargada de agua", afirma Antonio López, que acudió ayer desde Vigo junto a su familia para contemplar el salto. En su opinión, el sendero por el río y la construcción de una pasarela de madera que permite contemplar la fervenza desde distintos ángulos supone un acierto porque facilita el paso a este mágico paraje que se mantenía prácticamente inaccesible por la frondosa vegetación. "Ahora deberían plantearse ampliar el camino por el cauce hasta el casco urbano e incluso remontar el río hasta otra cascada que existe a unos cuatro kilómetros y supondría un enorme atractivo turístico para la zona", apunta este visitante.

Como él, otras personas aprovecharon las vacaciones escolares para realizar la excursión pese al mal tiempo. Marta Ramírez se acercó junto a una amiga y sus dos hijos para contemplar el espectáculo. "Habíamos venido en verano pero no es lo mismo. También es bonita con poca agua, pero con esta fuerza el paisaje cambia por completo", indica mientras se protegen del aguacero bajo el paraguas. "Es incómodo acudir con lluvia, pero merece la pena porque es espectacular", asegura.

El acceso a la zona se puede hacer tanto desde la base del viaducto del AVE de Reboreda, donde arranca el camino señalizado, como desde la terraza del Muiño Vello, situado en el otro extremo de la senda, a escasos metros de la cascada, a la que se llega tras cruzar un nuevo puente.

La construcción de esta senda se financió en su mayor parte con cargo a las arcas municipales, aunque también contó con una subvención de fondos europeos.