La devoción a San Julián, en el monte Aloia de Tui, está en fase de crecimiento, como lo prueba la masiva afluencia de fieles que asistió ayer a los oficios litúrgicos, cumpliendo también el ritual de las "troupadelas" o toques en la cabeza que por tres veces se dan los romero con el peto de limosnas. En la parte de atrás lleva una estampa del santo que se venera desde el siglo XI. La intención es pedir salud de la mente y también del alma. En el calendario litúrgico, se aprobó esta fiesta del mártir gallego en el año 1688.

La procesión salió después de la misa solemne de las doce, cuando ya habían llegado al lugar los romeros que salieron a pie o en coche desde diferentes lugares, algunos en grupos numerosos desde Tui, como el encabezado por Manuel Crisóstomo, que tuvo desayuno con "papas de millo" en el molino de Benito. El alcalde de Tui, Enrique Cabaleiro y el concejal José Martínez Tato, con familiares, se sumaron. Una mayoría de asistentes tenían prevista la comida en el monte, en restaurantes como el bar Monte Aloia, que tradicionalmente prepara cocido, como cuenta Sebastián, su fundador.

Al igual que en años anteriores, en uno de los bajos situados en el recinto de la misma capilla, una larga mesa esperaba a catorce comensales, con la lareira encendida y la olla, con carne ó caldeiro al fuego, sin faltar la gallina vieja y la cacheira, con costilletas de cerdo ibérico y chorizos como entrante, con albariño. De todo ello dieron cuenta Chiño, O Asturiano, Besada, José Ramón, Pedro, Manolo "O Bromas", Jesús "O cociñeiro", Chiño de Couso, los hermanos Manolo y César, además de don Ricardo García (canónigo emérito y amigo), cuya principal misión fue bendecir a los comensales, amigos del monte Aloia, que pidieron a San Julián "años de vida, salud para todos y poder volver en 2017". Por la tarde no faltaron los coros, charla y naipes.