Corría el año 1493 y el frente marítimo baionés no era, ni por asomo, lo que ha llegado a ser. De hecho, si no fuera por una placa de 1928 que lo recuerda, hoy nadie sospecharía que entonces, el lugar que ocupa el número 4 de la avenida de Elduayen sirvió de refugio y taller a una maltrecha carabela Pinta, dañada durante la tormenta que obligó a desviar la nao hacia Baiona. Valorizar ese lugar es la pretensión del Concello, que ha solicitado a la Xunta que lo declare bien de interés cultural.

El propio alcalde, Ángel Rodal, transmitió ayer esta petición al conselleiro de Cultura en una reunión que ambos mantuvieron en Santiago y en la que participaron las ediles de Urbanismo, Cultura y Educación, así como el secretario xeral de Cultura y la directora xeral de Patrimonio Cultural.

Aunque la construcción actual data de finales del siglo XIX y principios del XX, lo que reivindica el Ayuntamiento es el "valor simbólico" que este sitio tiene para la historia de Baiona, una importancia tradicionalmente reconocida y confirmada de forma oficial en 1928 con la colocación de una placa de bronce en su fachada, un elemento donado por un emigrante en Argentina.

Su inauguración fue, de hecho, el punto de inflexión a partir del cual empezó a gestarse el acercamiento de los baioneses a un capítulo clave en la historia de la localidad, volcada hoy en la defensa de la memoria de aquellos hechos.

Entre esos esfuerzos destaca, recordó ayer el Concello, la iniciativa emprendida junto a las localidades hermanas de Palos de la Frontera y Santa Fe de Granada de alcanzar el reconocimiento conjunto como patrimonio de la humanidad por la Unesco.

Además de este asunto, la delegación baionesa abordó con el conselleiro en su reunión de ayer otras cuestiones como la potenciación del Camino Portugués de la Costa o la rehabilitación de la muralla de la Medialúa do Condestable en la fortaleza de Monterreal, así como peticiones en materia de Educación, señalan fuentes municipales.