Cristina Correa, licenciada en Derecho Económico, asume "con normalidad" el bastón de mando de Oia, que empuña gracias a la moción de censura que hizo prosperar el pacto de gobierno de su grupo, el PP, con Converxencia Galega a los poco más de cuatro meses de la investidura de su antecesora, la socialista Rosa Otero.

-Accede al cargo aupada por un pacto con Converxencia que se selló tras la renuncia de Alejandro Rodríguez, exalcalde y hasta hace unos días portavoz del PP. ¿Era su marcha una condición necesaria para el acuerdo de gobierno?

-Parece, ¿verdad?, pero realmente no fue una condición. Converxencia sí nos puso un programa sobre la mesa. Plantearon, por ejemplo, una rebaja innegociable de salarios con respecto al anterior mandato. También obras urgentes y otras que, aunque no lo son tanto, non son mala idea. Si fue determinante la salida de Alejandro Rodríguez o no habría que preguntárselo a ellos; posiblemente sí, pero nunca fue una condición en las negociaciones. En todo caso, no hubo ni compra ni venta de voluntades, quienes hablan en esos términos demuestran creer que solo así se alcanzan acuerdos, y nada más lejos.

-¿La del exregidor fue, por tanto, una decisión personal?

-Absolutamente. Cuando aún estaba configurando su candidatura, me llamó y me comentó su intención de dejar la política, por cansancio y también por salud. Me propuso que, en caso de ganar las elecciones, seguiría él como alcalde uno o dos años con la intención de darme luego el relevo. A mí me pareció buena idea, porque eso me iba a permitir conocer, con su ayuda, los principales asuntos, sobre todo urbanísticos, que afectan al Concello. Los resultados no fueron como esperábamos y él adelantó un decisión que ya había tomado.

-Hay quienes creen, entre ellos su antecesora en el cargo, que tras la moción de censura existen intereses urbanísticos.

-Cada uno busca sus argumentos y si no tienen más que ese, yo lo respeto, aunque no es válido. Lo dicen por mi padre, que es propietario de una pequeña empresa familiar que hoy está en concurso y no puede, por ese motivo, trabajar con las administraciones. En todo caso, en los últimos años no ha hecho más que un traslado de escombros para el Concello y en su día, ante la posibilidad del relevo que me planteó Rodríguez, quedó claro para ambos que la empresa familiar no optaría a ninguna obra si yo accedía a la Alcaldía.

-¿Sobre qué bases pretende asentar su gobierno?

-Nuestras bases son el respeto y el trabajo en equipo. No aceptaré faltas de respeto ni que cada concejal actúe por libre buscando beneficios o méritos individuales. Eso lo he dejado claro desde el principio. Si todos trabajamos y nos comunicamos al final el resultado va a verse multiplicado exponencialmente.

-¿Cuáles son sus prioridades?

-Primero estar en contacto con los vecinos, ver sus necesidades más urgentes, las más apremiantes. Luego están los proyectos importantes, que esos sí van a generar riqueza de otra manera y necesitan un trámite más largo y una gestión más consensuada. El gobierno anterior pecó en eso de falta de talante, consenso y humildad.