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VAL MIÑOR

Oia abrirá al público su primer castro museo en A Cabeciña el próximo verano

Mostrará la huella de un milenio de ocupación entre los siglos VIII a.C. y I d.C. a través de tres cabañas de distintas etapas superpuestas en un recinto de 150 metros cuadrados

Dos arqueólogas recogen una pieza hallada en la reciente excavación de A Cabeciña. // Marta G. Brea

Recogidas las herramientas de los arqueólogos tras un mes de excavación en A Cabeciña, comienza una nueva etapa en la recuperación del asentamiento castrexo de Mougás: la restauración. Un trabajo que se desarrollará en los próximos meses con el fin de abrir al público el primer castro musealizado de Oia el próximo verano. Es la previsión de Xosé Gago, coordinador del proyecto Costa dos Castros, que une a las comunidades de montes de las parroquias costeras del municipio en la puesta en marcha de una ruta turística de asentamientos prehistóricos asociada a actividades comerciales y de ocio como nuevo motor económico oiense.

A Cabeciña dejará al descubierto 150 metros cuadrados del antiguo poblado. Un espacio que permitirá a los visitantes observar los restos de tres etapas distintas de una ocupación que se prolongó durante casi mil años, entre los siglos VIII antes de Cristo y el I de nuestra era.

Los hallazgos de la última intervención confirman que sus primeros habitantes se instalaron antes de lo a priori estimado, en la etapa final de la Edad de Bronce, y que mantenían relaciones comerciales con el Mediterráneo. Así lo atestiguan las diversas piezas cerámicas romanas y púnicas encontradas entre las cabañas y muros descubiertos, construidos mediante un sistema de ingeniería mucho más avanzado de lo esperado en la época. Aquellos oienses salvaron la complicada pendiente del terreno a través de socalcos, similares a las típicas terrazas de los viñedos.

Los visitantes que a partir del año que viene acudan al castro verán pruebas de esta adelantada arquitectura y de la dilatada ocupación del poblado a través de tres edificaciones superpuestas.

Cada una de ellas, explica Gago, corresponde a una etapa diferenciada. Un fondo de cabaña que evidencia una construcción de madera, propia de poblaciones todavía no arraigadas al lugar, es la primera. Sobre ella se erige la segunda, una edificación tipo de la cultura castrexa, con su muro de piedra en círculo y restos visibles de un enlucido de arcilla que revelan una sociedad ya asentada. La última construcción es más simple, pese a que se supone que sus autores disponían de tecnología más evolucionada. Se trata de una pared semicircular apoyada sobre la edificación anterior que, según Gago, ya no presenta características de vivienda. Las conclusiones del estudio arqueológico la califican como una especie de refugio al que acudir esporádicamente desde otro asentamiento más próximo a la costa para realizar labores de vigilancia.

Todo ello contará con paneles explicativos sobre las características del castro y señalización para que posibilitar las visitas libres.

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