Llevan sobre sus hombros el peso de la historia, custodian una valiosa herencia intangible que ha pasado de generación en generación desde hace más de cuatro siglos y saben que de su esfuerzo depende el futuro de la hermandad religiosa más antigua de Galicia. Son casi 1.700 -en concreto 1.682- los baioneses que mantienen viva, en pleno siglo XXI, la Santa Casa de Paz y Misericordia, instituida en 1574 con el beneplácito del rey, Felipe II.

Ligada en sus inicios a la atención de enfermos y a la celebración de entierros, hoy apenas quedan de aquellas obras sociales gestos simbólicos como las campanas que tañen por los hermanos fallecidos (12 veces por las mujeres y 13 por los hombres) o el mantón con que recubren sus féretros.

"La hermandad paga además el entierro a todos sus miembros", señala Domingo Durán, presidente de la entidad, en cuyo cabildo entraron, hace seis años, las primeras mujeres. Entre ellas se cuenta su actual secretaria, Mari Luz Iglesias, "Sita", que recuerda que hasta hace cuatro años era norma acudir a los sepelios de los hermanos ataviados con sus becas.

Lo que no cambia, por mucho tiempo que haya transcurrido desde sus orígenes, es la implicación de la Santa Casa en los actos baioneses de Semana Santa. La procesión de Jueves Santo es su principal escaparate público. En ella sacan a la calle siete pasos que ya están casi listos en la capilla de la Misericordia, explica Domingo Durán, que lamenta que "cada año es más difícil encontrar gente para llevar las andas".

Roberto Leyenda, miembro del cabildo y encargado de "reclutar" costaleros, estima necesarias unas 80 personas para garantizar la salida de todos los pasos, algunos de ellos "moles que tienen mucho peso y necesitan unas 14 personas para llevarlos". "El trayecto es largo y la gente va justa; el año pasado hicieron el recorrido completo, sin relevo, y llegaron reventados", recuerda Leyenda.

Aún así, afirman, es un día especial para la hermandad, con la que colaboran la Banda Municipal de Baiona y el coro Voces Baionesas. La Santa Casa también participa, junto al Concello y la Iglesia, en la organización, el viernes, del Santo Entierro y de la procesión nocturna de la Dolorosa, a la que tradicionalmente solo acuden mujeres.