Casi no queda rastro de los monjes eremitas que desde el siglo X habitaron el lugar de San Cosme, una aldea de la parroquia baionesa de Baíña que quedó abandonada en los años 70. Apenas se pueden encontrar algunas referencias documentales en archivos históricos y una cruz de Malta de piedra que, rescatada de las ruinas del antiguo asentamiento religioso, hoy preside el portal de entrada de la casa rectoral de Baredo. De ahí la importancia de la visita que realizaron ayer los alumnos del colegio de Fontes, una actividad organizada por la ANPA del centro en la que el joven estudioso de la historia baionesa Anxo Rodríguez Lemos les sirvió de guía.

"En este pequeño convento, vinculado al monasterio de Santa María de Oia, nace en Baiona el culto a San Cosme y San Damián", explica el guía, que a sus 20 años conoce ya "de pe a pa" el archivo histórico local, en el que bucea desde los 14, cuando un trabajo de toponimia del colegio le abrió los ojos a un fascinante pasado.

En principio, el eremitorio contaba tan solo "con una capilla y una casa de novenas que servía de alojamiento a los monjes", pero en torno a él fue creciendo una aldea que sobrevivió a su desmantelamiento, en el siglo XVIII.

"Ocurrió lo que más tarde pasaría también ya en Baiona, la romería de San Cosme se hizo tan popular que la gente profanaba la capilla; los romeros disfrutaban de la fiesta e incluso dormían en su interior, por lo que el Obispado decidió destruir la ermita y los monjes se trasladaron a Oia", apunta Anxo Rodríguez.

Más tarde, ya en el siglo XIX, el corregidor de Baiona pidió a Tui las reliquias de los santos y el culto, que aún se mantiene hoy en día, se trasladó a Santa Liberata.

En torno a San Cosme, el guía de la visita contó a los escolares algunas leyendas como la del rito profano contra la sequía en el que "se sacaba un santo negro con los ojos muy blancos y se le lavaba la cara en un manantial de agua para conseguir lluvia a los tres días" o la leyenda de la Fonte Santa, cuya agua, dicen, tiene virtudes curativas y donde se cree "que está oculto un tesoro", señala Rodríguez Lemos.

Pero San Cosme solo fue uno de los descubrimientos de los escolares de Baíña, que visitaron también el alto da Sentinela y los molinos y grabados rupestres de Tomada das Pías.