El propietario del furancho Xuguiño, situado en el camino de Santa Baia de la parroquia de Mos, José Andrés Portas, de 64 años, se encuentra en estado muy grave en la UCI del hospital Xeral de Vigo después de haber sido víctima de una brutal paliza, ayer de madrugada. Según fuentes de la investigación, dos parejas que estuvieron cenando en el establecimiento se levantaron de la mesa con la intención de irse sin pagar. Entonces, el propietario fue tras ellos para reclamarles que abonasen la cuenta. Sin embargo, lejos de reprimir su propósito, reaccionarían agrediendo al hostelero con vehemencia causándole rotura de cráneo, fracturas en el tórax, costillas rotas, entre otros daños.

La mujer del hostelero había estado en la cocina preparando las tapas de los presuntos agresores y asegura que no eran clientes habituales. Sin embargo no se fijó con detalle en su aspecto. Como tantas veces, cuando acabó de recoger la cocina, se fue a casa, quedando José Andrés encargado de servirles los cafés para después cerrar.

Alrededor de la una de la madrugada, su esposa recibió una llamada de José Andrés pidiéndole ayuda, le dijo que estaba muy mal porque le habían pegado. Cuando su esposa llegó al furancho, su marido se desplomó. Avisó a una ambulancia que inicialmente lo conjudo hasta el Meixoeiro pero tras una primera valoración, los médicos lo enviaron de urgencia al hospital Xeral, donde fue trasladado a quirófano de inmediato para ser operado.

En el furancho, había varias sillas rotas y en el exterior la tela metálica que cerca el recinto del furancho estaba doblada, por lo que se cree que los agresores lo tiraron contra el asfalto desde un muro de cinco metros de altura. La esposa de José Andrés apenas pudo hablar con su marido para que le explicase qué ocurrió exactamente, pero el charco de sangre, los golpes que tenía el hostelero y los destrozos en el bar han permitido sacar conclusiones.

Además, en el establecimiento se pudo comprobar que los pocillos de café que había servido José Andrés estaban llenos por lo que los presuntos agresores quisieron irse antes de tomarlos. Su cuenta también estaba sin abonar pero en cambio no se llevaron la recaudación de la caja registradora.

A pesar de que existen algunas casas en las proximidades del furancho, parece que ningún vecino escuchó el alboroto y por eso nadie acudió a socorrer al hostelero ni puso ver lo que sucedió.

La policía judicial de la Guardia Civil está al frente de la investigación. El relato del hostelero, el único testigo sobre lo ocurrido además de los agresores, sería clave para dar con los responsables de la brutal paliza pero, ayer, al cierre de esta edición aún seguía en coma.