Después de tres años de martirio en campos de concentración y prisiones de varios puntos del país, Pazó regresaba a Nigrán en 1940. El mero hecho de pertenecer al bando republicano le impedía encontrar trabajo, así que decidió convertirse en marinero. Y comenzó una larga trayectoria en el puerto de Panxón, donde desarrolló al máximo su prodigiosa mente, pero también sufrió toda clase de atentados por parte de compañeros adeptos al régimen, que llegaron a romperle los remos, agujerearle la embarcación o tirarle los aparejos al mar, lamenta su familia.

Fruto de su inteligencia es el invento que revolucionó la pesca del pulpo, el "casulo" , que retiene a los cefalópodos en las nasas y evita su huida con la carnada. La falta de recursos económicos le impidió patentar aquel sistema, que mantuvo en secreto hasta su jubilación. Desde que lo dio a conocer, las capturas se dispararon en todos los puertos gallegos.

Pero no solo fue capaz de optimizar al máximo sus aparejos, sino que logró construir hasta dos embarcaciones con sus propias manos, en el galpón de su vivienda, sin tener ni idea de carpintería de ribera. La primera, de 9 metros, se llamaba La Pinta de Colón. La segunda, de nombre El Desconocido, medía 15 metros de eslora. Tuvo que derribar un muro de su propiedad para sacarlo con una grúa y llevarlo a puerto.