Después de pedir limosna durante años en las calles Príncipe y María Berdiales de Vigo, José Miguel Rodríguez, de 53 años, natural de Lleida, consiguió un techo en la parroquia de Fontenla, en Ponteareas. Lo logró gracias a la mediación de la abogada y concejala en Mondariz Balneario, Cristina Rodríguez, y la profesora viguesa, Ángeles De Andrés. Sin embargo, apenas pudo disfrutar un año de su anhelada vivienda. El pasado miércoles fue hallado muerto sentado en una silla de su casa, según la autopsia que le fue practicada en el hospital Nicolás Peña, a causa de una hemorragia masiva interna.

José Miguel solía mendigar con sus dos perros en el centro de Vigo. Los fines de semana y festivos en una sucursal bancaria en la calle Príncipe y los días laborales, en un supermercado en María Berdiales. En esta última calle conoció a Ángeles y a Cristina, a quienes, como a todas las mujeres, llamaba "princesas". Las dos mujeres se interesaban frecuentemente por su estado y en más de una ocasión, José Miguel les confesó que soñaba con tener algún día una casa. Mientras, seguía pasando las noches en el soportal del cine Fraga.

"Fui a junto mi querido Cristo de la Victoria porque no sabía cómo ayudarle, porque mientras yo dormía calentita en mi casa, pensaba en cómo estaría pasando él las noches", recuerda Ángeles.

A los tres meses apareció la oportunidad. Una clienta de Cristina, con una casa en Fontenla, tenía que irse a vivir a Zaragoza con su familia al serle diagnosticado Alzheimer. La abogada gestionó entonces con la propietaria un contrato de cesión para que le dejase la casa gratuitamente a José Miguel, a cambio de que este le cuidase la finca.

Solo quedaba instalar a José Miguel y a sus perros en Ponteareas. "Ningún taxi lo quería llevar, por su aspecto sucio y sus perros, así que le dije a un transportista que estaba aparcado en la calle que si lo llevaba le pagaba lo que fuese, y el chico no solo accedió gratuitamente, sino que además se hizo amigo de él y le compró un teléfono móvil de tarjeta", relata Ángeles.

Así fue como un sábado de abril del pasado año, el mendigo vigués llegó a su casa de Fontenla con sus dos perros. Ángeles y Cristina le hicieron la compra y él se afeitó y mejoró su aspecto. Lo acompañaron a hacerse el DNI e iniciaron los trámites para solicitarle una pensión no contributiva. Sin embargo, meses después las dos mujeres se enteraron de que José Miguel volvía a mendigar, ahora en el centro de Ponteareas. "Nos decía que él tenía su dignidad y no podía vivir de las mujeres", recuerda Ángeles.

Lo último que harán por él será "hacerle un entierro como se merece", aseguran. Será hoy a las 12.30 horas en la iglesia de Lourdes, en Mondariz Balneario. Para hacerlo cuentan con el apoyo de la funeraria, los sacerdotes y el Concello de Ponteareas... mientras que Cristina le dará su panteón. "Para nosotras siempre será un príncipe vestido de mendigo", asegura Ángeles.