Hace 21 años que la comarca miñorana rindió un sentido homenaje a Elvira López de Guereñu González. Acababa de jubilarse tras 45 años dedicados a la enseñanza y cientos de antiguos alumnos, vecinos y autoridades locales se reunían en torno a su figura para destapar una placa con su nombre, la de la plaza Maestra Elvira, en el lugar de Quinteiro, en Panxón, donde impartió clases durante casi tres décadas. Los actos se prolongaron con un banquete seguido de discursos, regalos y la entrega de la insignia al mérito docente por parte del entonces responsable provincial de la Consellería de Educación. Dos páginas de este diario reflejaban el 24 de diciembre de 1992 los detalles de aquel emotivo encuentro, convocado para acompañar a la profesora en su despedida de la docencia. La mayoría de los participantes en aquella gozosa reunión volverán a verse hoy, aunque embargados por la tristeza de su pérdida. Lo harán en el Templo Votivo del Mar de Panxón, donde se oficiará su funeral a las seis de la tarde.

Doña Elvira, como la conocían generaciones de miñoranos, falleció el miércoles a los 86 años. Su personalidad sigue siendo un referente en el Val Miñor. Hasta hace apenas tres años, participaba en citas anuales con un grupo de exalumnos para compartir experiencias y recordar viejos tiempos.

Uno de aquellos estudiantes que la disfrutó, Manuel Alejos, presidente de la comunidad de montes de Monteferro, la calificaba ayer como "una persona extraordinaria y una educadora excepcional". Alejos es uno de los "afortunados" que formaba parte de ese "equipo" que cada año se encontraba con ella. "Eran veladas entrañables. Rememorábamos anécdotas, nos traía nuevas poesías... porque también era una gran escritora", explicaba.

La faceta literaria de doña Elvira asombraba a sus exalumnos y amigos. "Le encantaba escribir y lo hacía francamente bien", recordaba Manuel Doldán, uno de sus pupilos, que hoy es concejal socialista en la Corporación de Nigrán. El edil destaca la "importantísima labor" de la maestra en la zona, un trabajo que "deja huella en cada uno de los estudiantes a los que nos enseñaba". "No solo nos educaba, nos preparaba para la vida con un pensamiento muy avanzado para la época, basado en la humanidad y la solidaridad", subraya.

La igualdad de oportunidades para todos los alumnos era su mayor quebradero de cabeza, según destacaba ayer José uno de los cuatro hijos de la profesora. "Se la comían los demonios cuando veía que algún joven no podía continuar estudiando por razones económicas", comentaba emocionado.