Gondomar dispone por fin de una parte del tantas veces proyectado paseo fluvial del río Miñor. La adjudicataria del proyecto integral de saneamiento -en el que se enmarca el polémico tanque de tormentas-, la constructora Crespo, ha habilitado dos tramos de unos tres metros de ancho y 400 metros de longitud en total sobre el colector instalado entre el centro urbano y las proximidades del puente románico de Mañufe. Así lo confirma el alcalde, Fernando Guitián, quien asegura que los trabajos no supondrán coste alguno para las arcas municipales, ya que la empresa los asume como mejora en la actuación promovida por Augas de Galicia para frenar la contaminación de A Foz y reducir el riesgo de inundaciones en el casco.

Pese a tratarse de una senda demandada desde hace décadas, la iniciativa se desarrolla envuelta en polémica. En este caso, la cuestión no es de fondo, sino de forma. Nadie se opone en Gondomar a la ejecución del paseo, pero no "a cualquier precio, ni de cualquier manera". El grupo municipal nacionalista y la asociación ecologista A Groba alertan de un nuevo "atentado ecológico" auspiciado por el Concello y por la Xunta. Aseguran que el pavimento del sendero se compone de un compactado de escombros y asfalto triturado, materiales que consideran los menos adecuados para este tipo de proyectos que deben ser respetuosos con el entorno natural.

Tanto el concejal nacionalista Antonio Araúxo como la portavoz de A Groba Pura González manifiestan su apoyo al desarrollo de una senda en la zona, pero rechazan de plano el modo en que se lleva a cabo. Recuerdan la frecuencia de las crecidas del río y vaticinan que los desechos de obra acabarán en el lecho del Miñor en cuanto se produzca la primera de la temporada, con los consecuentes efectos contaminantes.

Araúxo avisa asimismo del riesgo de anegamientos para las fincas colindantes. El paseo se levanta entre 10 y 20 centímetros sobre la rasante del terreno, por lo que, a juicio del concejal, "hará de barrera, mantendrá las propiedades encharcadas y sin capacidad de desaguar y, por lo tanto, inservibles para el cultivo".

El alcalde, por su parte, niega el uso de los citados materiales y señala que el paseo se compone de zahorra artificial de cantería. Sobre el riesgo de que el pavimento acabe en el río, apunta que "para evitar su arrastre habría que colocar materiales mucho más agresivos, como los hormigonados, y el Concello no va a permitir eso".

En cualquier caso, los nacionalistas pedirán explicaciones en el próximo pleno y no descartan elevar el asunto al Parlamento gallego e incluso acudir a la Fiscalía para que investigue las circunstancias de las obras y si cuentan con permisos. En este sentido, Augas de Galicia asegura que el paseo dispone de autorización y subraya que no lo ejecutaría si no fuera así.