La cría de caballos en libertad en los montes gallegos parece condenada a desaparecer a medio plazo y los ganaderos de la Serra da Groba lo constatan en la comarca miñorana con una reducción de la cabaña en el último año que alcanza ya el 23 por ciento. La obligatoriedad de implantar el microchip y las exigencias del decreto equino empujan a los propietarios de reses a deshacerse de ellas. La vía más rápida y sencilla es la venta a criadores portugueses, que los mantienen en su hábitat con muchos menos requisitos.

De las 1.300 "burras" que habitaban en los montes del Val Miñor en 2011, la asociación de propietarios de equinos del entorno asegura que solo quedan un millar. Muchas de ellas fueron vendidas el año pasado. Al terminar los curros de aquel verano, "salían los camiones cargados para Portugal".

Así lo asegura Modesto Domínguez, presidente de la Asociación de Gandeiros de Cabalos Serra da Groba, quien indica que la comercialización de équidos en el país vecino se ha disparado en el último mes con al menos un centenar de cabezas.

En esta ocasión, las operaciones no se han cerrado tras las rapas porque este verano solo se celebró la de A Valga, y con tres meses de retraso después de su suspensión inicial. Los ganaderos las anularon como medida de protesta contra el decreto equino de la Xunta. Así que los ganaderos conciertan las compraventas con sus homólogos lusos y se echan al monte para capturar sus animales y enviarlos en vehículos a su destino.

Las ganancias son escasas. "Pagan a 20 euros el caballo. Es poco, pero peor sería tener que gastarse 40 euros en cada microchip o realizar todos los trámites que exige la nueva ley", argumenta Domínguez.

Y es que los ganaderos se ven abocados a terminar con una tradición milenaria para evitar problemas burocráticos y económicos. El secretario de la mencionada asociación, Javier Álvarez Blázquez, recuerda que el decreto equino "deja la cría de caballos en el monte en manos de las comunidades de montes, que deben autorizarla, y la convierte en una explotación ganadera". Así, los propietarios de equinos deben formalizar una declaración censal de sus reses, inscribirlas en el registro de explotaciones, disponer de un libro o pasaporte para cada caballo y realizar un programa de biodiversidad, entre otras condiciones.

Al menos saben que en Portugal, la cría de caballos en régimen de libertad está garantizada, puesto que "los trámites para considerar la raza como Patrimonio Nacional están muy avanzados", subraya Álvarez Blázquez.