El Consello de la Xunta de Galicia aprobó ayer la firma de un convenio de colaboración entre la Consellería de Cultura, Educación e Ordenación Universitaria y el Concello de A Guarda para la realización de obras con el fin de poner en valor el Castillo de Santa Cruz. La Xunta invertirá 129.241 euros, dentro del Plan de Castillos, Fortalezas e Estruturas Defensivas de Galicia que desarrolla la Dirección Xeral de Patrimonio Cultural en colaboración con diversos Concellos.

Esta aportación económica se destinará a completar la superficie cerrada del Castillo, con reconstrucción de la cara sur del baluarte de A Guía, la cara este que da a Santa Trega y la parte oeste de San Sebastián.

La Xunta anuncia que la Consellería de Cultura financiará el 12,5% de las obras de puesta en valor de este bien histórico y el Concello de A Guarda aportará otro 12,5%, mientras que el Ministerio de Fomento, a través del programa del 1% cultural costeará el 75% restante de la obra, cuyo total está cifrado en 1.060.217 euros.

La Xunta informa que la inversión permitirá además la rehabilitación del bien histórico y su conservación, la transformación de un recurso cultural y turístico de primer orden.

En este sentido, la pasada semana el alcalde de A Guarda, José Manuel Domínguez Freitas, solicitaba con urgencia la firma del convenio para financiar el 12,5% antes citado, para que figure plasmado en un documento este compromiso.

La Xunta explica que la Dirección xeral de Patrimonio Cultural viene desarrollando desde hace años diversas inversiones en el Castillo de Santa Cruz, con el objetivo de consolidar y recuperar los muros interiores de la fortaleza. En estos momentos, dice, se está rematando el centro de interpretación iniciado en el año 2009 que permitirá poner en valor y conocer ampliamente la historia de esta construcción defensiva.

Material de las murallas

El Castillo de Santa Cruz, situado en el centro urbano de A Guarda, fue construido en el siglo XVII, dentro de la campaña del último tercio de la guerra con Portugal. Se edificó en el plazo de un año con material procedente de las murallas de la villa, en plena campaña militar y como consecuencia de los avances de las tropas portuguesas al otro lado del río Miño. Aunque la campaña duró apenas cinco años, desde su construcción mantuvo un pequeño ejército hasta ser vendido a finales del siglo XIX, cuando pasó a ser de propiedad privada, para su uso industrial, agrícola y residencial.