"Estamos descontentos". Esa es la expresión que pronuncia el alcalde de Oia, Alejandro Rodríguez, al referirse al tramo del carril bici entre Baiona y A Guarda que atraviesa el municipio. La razón es la mediana de hormigón que separa la calzada de la PO-552 del espacio reservado para los ciclistas, un elemento que a su juicio genera "inseguridad" y que "debería retirarse", entiende.

Rodríguez trasladó ayer su malestar al delegado de la Xunta en Pontevedra, José Manuel Cores Tourís, que acudió al municipio para visitar las obras de conexión del depósito municipal de abastecimiento.

Para el regidor es "llamativo" el distinto tratamiento dado al vial en sus diferentes tramos. Así, mientras en Oia los muros de separación eliminan los arcenes de la calzada y "no hay ni un sitio donde parar el coche para arreglar un pinchazo", en Baiona se optó por señalizar el carril bici con captafaros a ras de suelo, una solución "más apropiada", señala.

Alejandro Rodríguez advierte de que ya ha recibido quejas por los muros, pero señala que el principal problema "es que muchos ciclistas ni siquiera utilizan el carril" que se les ha habilitado y continúan circulando por la calzada "entorpeciendo la circulación" de vehículos.

Pero al alcalde tampoco le convence el resultado de las labores de acondicionamiento del vial realizadas por la Consellería de Medio Ambiente, Territorio e Infraestruturas, que "desde Silleiro a Baiona asfaltó el vial completo y aquí [en Oia] se limitó a poner parches", denunció el regidor, que ni siquiera deja pasar aspectos ornamentales como que en Baiona se hayan plantado "olivos centenarios", frente a las "varillas" que se colocaron en su municipio.

Por todo ello, Rodríguez tiene la intención de remitir una carta de queja a la consellería en la que le pretende que también estampen sus firmas los alcaldes de O Rosal y A Guarda, que considera afectados del mismo modo que el suyo.

El delegado territorial de la Xunta en Pontevedra "tomó nota" ayer de las críticas, aunque su presencia en el municipio de Oia tenía otro motivo: visitar los trabajos de conexión del depósito municipal, financiado por la Xunta, a la red de abastecimiento.

La nueva conexión, compuesta por 750 metros de tuberías de polietileno, 420 de tubo de canalización y 450 metros de cableado eléctrico, fue acometida por el Concello, aunque la Consellería de Medio Ambiente aportó los materiales.

En las próximas semanas el Concello se encargará de las fases pendientes para que la obra pueda ponerse en marcha, ya que falta por completar la tramitación del alta para la instalación eléctrica.

El nuevo depósito de Santa María de Oia, que captará 30.000 litros de agua cada hora mediante la conexión a cuatro pozos, tendrá capacidad para abastecer a los vecinos de la parroquia, así como al futuro centro de salud, y permitirá ejecutar el proyecto de rehabilitación del monasterio.